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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 337

cultura La muralla de Ávila, los castillos de Torrelobatón y Belmonte, y el propio Alcázar de Toledo fueron platós de cine. hemos visto hasta llegar al centenar expuesto Hélène Gicquel ». Entre ellas, de especial interés castrense, Morate destaca dos. Una es la foto de «la vista de Laurent de 1870 del arsenal y la bahía de Cartagena, con varias fragatas de vela y hélice, y un impresionante buque de línea desarbolado». La otra, «la imagen aérea de la enorme fortaleza de San Fernando de Figueras, tomada desde uno del aviones italianos que lo bombardearon el 23 de enero de 1937 y cedida por el Ufficio Storico dell’Aeronautica Militare». Precisamente, el castillo gerundense, «un monumental prodigio de la ingeniería de la época y que está muy bien conservado», es uno de los edificios del Patrimonio fortificado de Defensa que Morate recomienda conocer y destaca de entre los reunidos en la muestra, junto a los alcázares de Segovia y Toledo. Aunque a su comisario le hubiera gustado «incluir una introducción sobre el origen y la evolución de la arquitectura defensiva desde el neolítico hasta hoy, y un espacio que resumiera cómo funciona un castillo», anima a realizar su visita, porque «es entretenida para todo tipo de público. Se puede ver en diez minutos o en una hora, según nuestro interés y disponibilidad de tiempo». Esther P. Martínez / Fotos: AEAC La historia del AlcÁzar La institución del Ejército, con sede en la residencia real de Carlos I en Toledo, dedica un espacio propio a su pasado SI los visitantes de la exposición Arquitectura Defensiva en España —recogida en las páginas que preceden a esta información—, desean saber más sobre el Alcázar de Toledo, uno de sus protagonistas, están «en el mejor sitio», parafraseando a su comisario, Gabriel Morate. No tienen más que girarse y a su espalda podrán contemplar los primeros testimonios de la longeva vida de este emblemático inmueble en el yacimiento arqueológico que el Museo del Ejército conserva a la vista, y para el disfrute de todos, en su vestíbulo. Esos vestigios se conservan entre los pilares que sustentan la explanada exterior principal del alcázar —la que da acceso al edificio por la puerta obra de Alonso de Covarrubias—, y quedaron al descubierto en el transcurso de los trabajos de adaptación del palacio para acoger la principal colección museística del Ejército de Tierra. INSTITUCIÓN EN CRECIMIENTO Pero, además, muy cerca de aquí, nada más cruzar el umbral de la exhibición permanente, se encuentra la Sala de la Historia del Alcázar. Presente ya en el discurso inaugural del museo, ésta es un ejemplo del proceso de remodelación y actualización permanente en el que la institución trabaja cada día para acercar de la mejor manera la historia de España y sus Ejércitos a sus visitantes. La sala dispone de una doble estancia. La primera se articula en torno a una gran maqueta del palacio, que muestra su estado después de su última gran destrucción, causada en la Guerra Civil española. Sobre ella, una estructura en metacrilato presenta su aspecto actual. Ésta, al ser transparente, permite además seguir la cronología histórica del edificio, que ocupa casi toda la pared del fondo de la sala. En ella se puede descubrir que el colapso citado no es el único al que ha sobrevivido el veterano alcázar del rey emperador Carlos. Dañado, por ejemplo y en más de una ocasión, por el fuego, lo que obligó en cada episodio a renovar sus cubiertas de madera. «El último gran incendio fue en el año 1887 y destruyó una vez más las estructuras internas de sus torreones, que se reconstruyeron con estructuras metálicas», explican desde el gabinete de comunicación del museo. EL «ARTILUGIO DE JUANELO» Al pie de la cronología, el suelo es también transparente y permite ver la estancia inferior. Se trata de un espacio diáfano que antaño se empleaba como aljibe y forma parte de los diferentes itinerarios que se pueden realizar en el museo: el Recorrido Alcázar. Esta ruta visita fundamentalmente elementos arquitectónicos del edificio, siempre contextualizados en su etapa histórica, y están indicados en color morado. La citada reserva de agua —una de las dos con las que cuenta el palacio— es la que, según dicen relatos y tradiciones, guardaba el caudal tomado al río Tajo y que ascendía hasta el edificio gracias al «artilugio de Juanelo», que también se puede descubrir en la sala. Su creador fue un ingeniero italiano, que sirvió a Carlos I, a quien acompañó en su retiro a Yuste, y a Felipe II. Fue durante el reinado de este último, cuan- 60 Revista Española de Defensa Marzo 2017


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