Page 115

EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 911

Grandes figuras de la Historia de España REVISTA EJÉRCITO • N. 911 MARZO • 2017  115  de ley natural y divina; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en servicio de su rey en la guerra justa; y si quisiéramos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria. Además Cervantes añade que a estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar otras que sean justas y razonables y que obliguen a tomar las armas, pero tomarlas por niñerías y por cosas que son de risa y pasatiempo parece que quien las tome carece de todo razonable discurso. En esa frase está planteando el tema de la proporcionalidad que tanto se recuerda en el Derecho de la guerra. En el derroche de conocimiento del oficio de las armas, que constantemente muestra, Cervantes pone en boca del Quijote lo que sigue: Que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza. Ya entonces la permanente necesidad de mantenerse al día en las técnicas y conocimiento militares aparece. La flexibilidad y adaptación del oficio de las armas no es nueva, aunque ahora la «constante mudanza » y la capacidad de adaptación son sinónimos del Ejército de Tierra. Volviendo a la jerarquía del oficio de las armas con respecto a las letras, pues Cervantes posterga la importancia del oficio de las letras en beneficio de las armas, es importante señalar de nuevo que Cervantes tiende a identificar el oficio de las letras con el de los leguleyos y burócratas. Hay que imaginarse que por letras no entendía la «bella literatura» pues esta no salió nunca de la indigencia económica ni constituía un oficio. Las letras por entonces eran los estudios superiores y universitarios centrados por entonces en el Derecho canónigo y el Derecho civil. Los «togados» de entonces, los garnachas, eran un enorme grupo de presión, muy corporativista con sus raíces bien afincadas en los colegios mayores. Con gran disgusto de la clase militar, la de juristas casi llegó a copar los altos puestos sin especial preparación para los aspectos técnicos del gobierno. En la práctica la alta burocracia cobraba puntualmente sus sueldos y tenía posibilidades de ascenso social, mientras que las armas disponían de premios, corregimientos y los hábitos y encomiendas de las órdenes militares. Sin embargo, la alta burocracia fue acaparando también las prebendas de las Órdenes. Cuando Cervantes escribió las dos partes del Quijote y cuando relata los hechos de guerra que vivió personalmente desde 1570 y 1575, la realidad sobre la que construye la estima comparativa entre los oficios de las armas y de las letras ya se había transformado. Cervantes, en su afán de ensalzar la vida militar frente a la legalista y burocrática, echa mano de una situación más propia del reinado de Carlos I y anteriores que de la de Felipe II o Felipe III. La realidad, empero, es que en el último tercio del siglo XVI y desde luego en el primer tercio del XVII, la posición de los juristas y burócratas en la corte y aledaños y la estima y retribuciones fueron aumentando y superando con creces a las de las armas. De lo que no cabe duda es que es que la consideración de Cervantes al oficio de las armas era muy grande a pesar de que el impulso de la estima al oficio de las letras, a los letrados, había destacado con mucho cuando escribió las dos partes del Quijote. No quiere Cervantes poner punto final a las peripecias del caballero andante por excelencia sin insistir al final de la segunda parte, capítulo LXII, en que la virtud no puede dejar de ser conocida y la que se alcanza por la profesión de las armas resplandece y campea sobre las otras. Más allá del conocimiento del que Cervantes hace gala y de su ensalzamiento del oficio de las armas, llama poderosamente la atención la vigencia y actualidad que todavía mantienen algunas de las opiniones que, sobre ese extraordinario oficio, vierte Cervantes en el Quijote y también el entronque entre las opiniones cervantinas y las Reales Ordenanzas actuales. El insigne genio de las bellas letras y soldado de infantería al final de su vida murió soldado, hidalgo y pobre. Don Alonso Quijano parece que lo barruntó a la vista del legado que nos dejó escrito su insigne creador. Nota del Redactor: Artículo inspirado en la magistral conferencia inaugural del curso 2016  -  2017 «En torno al oficio de las armas en el Quijote» de la Sección de Derecho Militar de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación a cargo de D. Luis María Cazorla Prieto, copresidente de la Sección de Derecho Militar y auditor militar de honor, al que agradezco su confianza.■


EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 911
To see the actual publication please follow the link above