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Imagen general del público asistente a la exposición. en cambio todas las incomodidades, lo que no es un obstáculo para que sea un destino muy solicitado. La fundación del Arma Submarina en España, en 1915, se debió a la tenacidad del entonces capitán de navío Mateo García de los Reyes, refrendada mediante Real Decreto por Alfonso XIII. A lo largo de estos 100 años, el Arma Submarina ha vivido momentos difíciles: en 1930 se contaba con una quincena de unidades, y en 1970 apenas existía una plenamente operativa, que no era ciertamente del tipo que España necesitaba para rejuvenecer el Arma, todo esto teniendo como fondo la Primera Guerra Mundial, la de Marruecos, la Civil, la Segunda Guerra Mundial y la llamada Guerra Fría. Desde el fin de la Guerra Civil hasta 1970, España contó solamente con submarinos obsoletos hasta la llegada de uno procedente de la ayuda americana, incrementado progresivamente su número, cinco en total, cedidos a cuentagotas, que procedían de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, incorporaban casi los últimos avances tecnológicos; eran, se puede decir, unos monstruos, grandes, ruidosos, lentos en sumergirse y con una escasa cota de inmersión, unos blancos que hubieran sido fácilmente destruidos por las unidades antisubmarinas soviéticas. Esta situación se superó gracias a la colaboración con la Marina francesa, una nación pragmática que invariablemente ha estado dispuesta a la venta de sus productos, siempre y cuando pagaran; por algo Francia es el CULTURA NAVAL 1034 Diciembre


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