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Revista General de Marina 269 5 dic

HISTORIAS DE LA MAR Navy. Sin duda era competente, pero debía ser más trabajador que brillante y se refugió en una lealtad incondicional con su empresa; tras nueve años de hard work, en 1918 la Ward le dio el mando de un frutero, y en 1926 su devotion fue premiada con el mando de un pequeño buque de pasaje. Por desgracia su pasión por el trabajo duro le hacía impopular, y su exceso de celo le llevó a ver los ejercicios como una pérdida de tiempo, costándole una denuncia del personal de máquinas, la suspensión temporal del título y un año en tierra. Nuevamente his dedicated professionalism… was appreciated by his employers, obteniendo el mando de otro buque de pasaje hasta que en 1928 dos incendios le costaron el empleo; al menos pudo seguir navegando como 1.er oficial en cargueros de la Ward, pero tuvo que ser una experiencia humillante para alguien con diez años de mando a sus espaldas. Cuando en 1932 embarcó de 1.er oficial en el Morro Castle, Warms debía rondar los 45; alto, enjuto y adusto, el puritanismo de los capitanes de su adolescencia le había hecho intolerante con la frivolidad. Su estrategia de supervivencia seguía intacta (Warms never initiated any actions on board, he simply followed orders), pero las adversidades le habían amargado, y ahora dividía a la Humanidad entre los «auténticos marinos» y el resto, indignos de respeto o confianza. Apenas embarcado detectó (acertadamente) que el jefe de máquinas no era un marino «auténtico» y la tomó con él; Eben S. Abbott había sido jefe de máquinas de quilla, y aparte de la capacidad técnica exigible en una planta tan compleja, tenía unas habilidades sociales que le convertían en la antítesis de Warms, incluyendo una buena percha para lucir el uniforme y un sólido prestigio como bailarín. A Warms, «apasionadamente orgulloso» de haber ascendido «desde abajo», le desquiciaban sus intentos de imitar el acento de Cambridge, su aire afectado y la percepción de que se avergonzaba of his less cultivated colleagues. Dada su querencia por los uniformes, el 1er oficial bautizó al jefe como «el maniquí de la sala de máquinas », pero el jefe demostró una superior erudición bautizando a Warms como «el gusano (worm) del puente». Puestos a valorar el «ruido», conviene recordar que un jefe de máquinas mercante tiene un estatus y salario superiores al 1.er oficial. Mando accidental Desde noviembre de 1930 el Morro Castle estaba al mando de Robert R. Willmott, un inglés naturalizado y capitán de corbeta de la Reserva Naval que tenía poco en común con su 1.er oficial; en 1934 llevaba 32 años en la Ward y gozaba de un sólido prestigio, aunque tras el papel de viejo lobo de mar que le gustaba interpretar con los invitados a su mesa había un aficionado a la música clásica, la literatura, la buena comida y la compañía femenina. Sus aventuras marineras tenían un enorme éxito, pero en 1933 el éxito le 2015 925


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