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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 845

dossier rumbo y altura, intentando ir en tiempo y en ruta hacia el objetivo. El estrés era lo que marcaba la diferencia, los valles y las laderas eran enormes obstáculos que obligaban a mantener una concentración máxima durante el vuelo, mientras te mantenías lo más bajo que tu calificación te permitía. Ahora sin embargo, mientras recordaba esos momentos, era consciente de que sería la última vez que pasaría por ese lugar con un avión tan emblemático. Sus capacidades de vuelo a baja cota envidiables, debido a su estabilidad y capacidad de aceleración, le permitían ser parte de grandes COMAOS con la dignidad suficiente como para, a pesar de los años, tener algo que decir. Solo quedaba continuar sobrevolando las cimas, entre las laderas de los valles, disfrutando de cada segundo que vuelas a 450 Kts de GS, dejando atrás tan buenos recuerdos. Virajes cerrados formando estelas en las puntas de los planos debido a la baja temperatura y humedad de la atmósfera. Pop-Up´s simulando ataques que terminan en algún tonel sintiendo como todo gira a tu alrededor. Había que disfrutar lo máximo posible. Y para terminar, como en alguna ocasión me habían demostrado años atrás, quise sentir por última vez lo que es capaz de hacer este avión, cuando a 300 Kts y a baja cota, al meter PC MAX (máximo postquemador), te ves empujado contra el asiento, sientes la aceleración y ves como la velocidad aumenta, hasta que a .95 de Mach tiras a la vertical para acabar a casi 30.000´, lejos de todo y de todos, con una máquina entre tus manos que solo tú puedes dominar y que te ha dado tanto durante tantos años. Que te ha enseñado a ser compañero, a luchar por los tuyos, a sobrevivir en algunas ocasiones, a tomar importantes decisiones, y por último y no menos importante, a trabajar en equipo con el único propósito de defender nuestros cielos y nuestro país como nadie. Ahora, de regreso a la Base, pienso en una pasada frente a la torre a 300´ y 200 Kts, realizando la típica secuencia de alabeos que da a entender que en esta ocasión, no es un saludo, sino un hasta siempre. Los momentos han sido tantos y tan buenos, que podría estar haciendo pasadas hasta que no quedara ni una gota de combustible, lo justo para la última toma. Así, de esta manera hacer ver a todo el mundo que nunca más se verá un F-1 con la Escarapela y la Cruza de San Andrés volando cerca de todos nosotros. Que el trabajo de este avión ha sido inmejorable durante 38 años, que ha aprobado con nota en las alarmas, en los destacamentos, en los ejercicios, en todos los grandes viajes que ha realizado por el mundo, con una fiabilidad y eficacia envidiables, y que aunque le ha tocado jubilarse, todos los que lo conocemos bien sabemos, que todavía podría seguir dando guerra. Ya solo queda cortar gases, es momento de escuchar como el sonido del motor se va apagando lentamente, cierro los ojos y empiezo a oír el leve tintineo de los alabes del compresor moviéndose ligeramente dentro de su cavidad, buscando la posición en la que se quedarán estables para siempre y pienso, este ha sido el último vuelo, nunca más se volverá a poner en marcha esta “máquina” irrepetible que ha estado en forma hasta el último día. Hasta siempre “Abuela”. En mi nombre y en el de todos los que te hemos conocido, gracias por esos buenos momentos que hemos vivido juntos. Te vas con la satisfacción del deber cumplido. Es hora de descansar. JEMA, GJMACOM junto con el personal implicado en el último vuelo como avión operativo del F-1 (23/06/2013). REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2015 657


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