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BIP 71 personal civil, familia; amigos todos. El paso del tiempo es una de las más percepciones más curiosas, en este momento puedo confirmar que 40 años transcurren en un suspiro. Estos últimos días he intentado ordenar en mi cabeza ideas con las que componer estas palabras. Una prevalecía entre todas: agradecimiento. Es la que utilizaré, por tanto, como el hilo que une las cuentas de un rosario. En primer lugar, deseo agradecer a la Virgen del Carmen haberme proporcionado salud y ánimo para vivir intensamente estos años, con fuerza y carácter, y poder cumplir con el servicio encomendado. Agradecimiento a la Institución, por acogerme cuando era un joven inmaduro y taciturno e inculcar en mí valores fundamentales, aquellos que rigen la vida de todo militar, valores que adquieren un peso especial en los fogueados hombres de mar. Como tantos de los presentes soy fruto de la famosa campaña de captación: “Muchacho, la Marina te llama”, y atendiendo a esa llamada he disfrutado de un estilo de vida repleto de experiencias, rodeado de buena gente, de gente buena, de compañeros; en un entorno cargado de costumbres y tradiciones, militares y marineras, donde todo tiene su orden y su razón, su “aquel” que dirían los gallegos. Me he sentido heredero de la más rica historia que pueda labrarse una nación, y en el período de paz continuado más largo de toda nuestra historia, algo que valoro en su justa medida, y que no es casual. Agradecimiento a VE, Almirante, por su talante, paciencia y comprensión en las ocasiones en las que hemos compartido las inquietudes de nuestro personal, por su interés en motivar y apoyar a nuestra gente y a sus familias; por haber sabido decir NO sin imposición, cuando ha sido necesario. Por la confianza y libertad con la que me ha permitido desarrollar mis funciones. Agradecimiento a cuantos integran la Jefatura de Personal, por su profesionalidad y dedicación, por saber dar la importancia y atención que merece el activo más significativo de la Armada, nuestros hombres y mujeres. En cuanta ocasión que me he dirigido a ellos siempre encontré la máxima receptividad y voluntad en resolver, sin desatender los intereses y objetivos marcados, equilibrio harto difícil, sin duda. Hace falta mucho más que conocimiento y formación para cumplir ese cometido, es necesario entrega y disposición, amor a la Armada y plena consciencia de que se está tratando con personas. Auténticos maestros en una asignatura que no se imparte en las Escuelas, y que únicamente pueden ejercer aquellos que conocen y valoran la gestión que realizan y a quién va dirigida. Gracias por poner alma y corazón en su trabajo diario. No creo que exista ninguna otra organización en la que se genere y propague el compañerismo como entre los que integramos las Fuerzas Armadas, es una virtud capaz de hacer más amena la vida diaria, de crear un clima de cohesión propicio para impulsar las capacidades individuales, el compañerismo consigue optimizar el trabajo en equipo y obtener con ello los mejores resultados, pero además propicia la amistad y la relación de grupo. El compañerismo es una más de nuestras señas de identidad. Me siento enormemente afortunado por haber podido desarrollar mi trabajo diario rodeado de compañeros, espero haberme ganado su consideración de igual modo. Mi lazo de unión con la Armada irá siempre de la mano de la ingente cantidad de recuerdos y anécdotas vividas con todos vosotros, amigos. Agradezco también la oportunidad de haberme podido relacionar estrechamente con suboficiales de otros ejércitos, he observado como sumando capacidades somos más eficaces, como podemos ser capaces de complementarnos para alcanzar un objetivo común, los valores compartidos y el mutuo apoyo nos fortalecen. Agradezco a mi familia su apoyo y animo constante, haber sabido comprender y aceptar las rarezas de la profesión con las que les he sorprendido siempre. Ha sido a través de ellos, por el vínculo que nos une y por el amor que les tengo, por lo que tomé conciencia real de la trascendencia que tiene la preparación y entrega de cada uno de nosotros, los militares, en la defensa de España, de sus intereses y de su gente. Ello ha dado sentido al compromiso que asumí en su día a través del juramento a la Bandera, compromiso que entendiendo e hicieron suyo, jurando igualmente lealtad, como civiles. Gracias hermanos. A mis hijos, por haber sido el viento que me ha impulsado a diario, por el sentimiento de orgullo que he percibido en su mirada cuando, como hoy, visto de uniforme, por el respeto y admiración que siempre han mostrado a todo lo que mi profesión significa, porque ellos siempre me impulsaron a mejorar. Os quiero. Mi mayor expresión de agradecimiento se la debo a mi mujer, Ana Irene, mi mejor puntal. Todo lo que soy se lo debo a ella, es mi puerto seguro, ha llevado la economía y la administración de la casa, el peso de la educación de nuestros hijos, a cambio de días de soledad por ausencias de misiones y servicios. Siempre dispuesta a seguirme donde hubiera que ir, sin perder la sonrisa, con un ánimo envidiable, dispuesta a comenzar una y otra vez. Renunciaste a todo por mi vocación, que hiciste tuya. Vosotras, nuestras mujeres, sois auténticos héroes silenciosos a las que nunca podremos agradecer suficientemente, ni reconocer debidamente, la capacidad de entrega y apoyo que nos proporcionáis. Hoy, aún en activo, me gustaría que en representación de todas nuestras mujeres me permitas que en voz alta y mirándote a los ojos te diga: Gracias mujer, gracias compañera. No quisiera terminar estas palabras sin reservar un recuerdo a la memoria de mis padres, ellos han sido una referencia para mí, la educación humana que poseo se la debo a ellos, como tantas otras cosas. Gracias a ellos he nacido en este hermoso país, eso me ha permitido realizar la mejor de las tareas con que se pueda soñar: servir a España; y del mejor modo como puede hacerse, en la Armada!!! Muchas gracias a todos


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