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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

LA PARTICIPACIÓN DE LOS TERCIOS VASCONGADOS… 151 cadenada por Ochoteco sería pronto reconducida, restableciéndose “la buena armonía”). Además, según Latorre, entre otras faltas este jefe no ocultaba el disgusto con el que venía a desempeñar su cargo, y se había permitido asimismo mostrar a la Diputación comunicaciones confiden-ciales. En su lugar, y ante la urgencia del caso, se recurrió al cercano comandante militar de Valmaseda (Vizcaya), Antonio Palma Barrios39, que el 9-1-1860 fue nombrado jefe de dicho 2.º Tercio. Este teniente co-ronel enfermaría tras llegar a África, siendo trasladado el 14-3-1860 al hospital de Ceuta, y el mando del Tercio fue tomado con carácter ac-cidental por el 1.er comandante Telesforo Gorostegui Saralegui. Goros-tegui actuaría como jefe accidental en adelante, tanto en la batalla de Guad-Ras como en el regreso a las Vascongadas. El 2.º comandante era Félix López Cano. – 3.er Tercio (contingente vizcaíno; Bilbao): jefe, el teniente coronel Juan Zabalainchaurreta Aboitiz; 1.er comandante, Juan Hernández (o Fernández) Alba; 2.º comandante, Teodoro Mateo-Sagasta Antoñana (como curiosidad, era tío carnal de quien sería célebre político Práxedes Mateo-Sagasta Escolar). – 4.º Tercio (contingente mixto vizcaíno-guipuzcoano; Durango): jefe, el teniente coronel Ignacio Arana Ganzarain; 1.er comandante, Juan Mugartegui Mazarredo; 2.º comandante, José Iturmendi Llanos. De estos jefes, 6 eran vascongados, en concreto 3 guipuzcoanos (Eleicegui, n. Abalcisqueta 1815; Arana, n. Lazcano 1811; Gorostegui, n. Tolosa 1817) y 3 vizcaínos (Zabalainchaurreta, n. Navárniz; Mugar-tegui, n. Marquina, 1815; Sacristán, n. Bilbao 1814), 2 eran navarros (Ochoteco, n. Aranaz 1814, había residido en San Sebastián; Iturmendi, n. Lácar 1820), y 4 eran naturales del resto de España (Palma, n. Villa-mayor, Ciudad Real, 1814; Uzuriaga, n. San Millán, La Rioja, 1815; Sagasta, n. Logroño, 1818; López Cano, n. Ateca, Zaragoza, 1816). Se cumplía, así, el criterio antes señalado de priorizar a mandos naturales de las Provincias Vascongadas y, en su defecto, a navarros, riojanos y aragoneses –el manchego Antonio Palma fue la excepción, que se debió a la premura con que hubo que resolver la inesperada sustitución de Ochoteco–. De ellos, 5 habían luchado durante la guerra civil de 1833-1839 en el bando carlista, acogiéndose a los beneficios del Convenio de Vergara e 39  Palma residía en el País Vasco desde hacía varios años, bien en situación de reem-plazo (Bilbao), bien en los destinos de comandante militar de Irún (julio-septiem-bre 1858) y Valmaseda (desde mayo de 1859).


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