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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

LA PARTICIPACIÓN DE LOS TERCIOS VASCONGADOS… 191 letreros luminosos, baile de etiqueta para unos y danzas populares para el resto128… Las banderas que volvían de África –que recordemos, consistían en las tres franjas rojigualdas y el escudo de la enseña nacional, acompa-ñada del símbolo de las tres manos entrelazadas y el lema “Irurac Bat” (Tres en una), representativos de la fraternidad de las tres Provincias Vascongadas– fueron en particular protagonistas de algunos de los ins-tantes más álgidos; baste señalar el momento en que el diputado general de Guipúzcoa (Rocaverde) hizo ondear la enseña del 2.º Tercio en el balcón del ayuntamiento de San Sebastián129. En el acto de disolución de cada tercio y licenciamiento de la tropa, los jefes militares (Latorre en Tolosa, Vitoria en Durango y el brigadier Sarabia por su parte en Bil-bao, acompañados del comandante Gorostegui y los tenientes coroneles Eleicegui, Arana y Zabalainchaurreta, respectivamente) hicieron entre-ga de la enseña a la respectiva Diputación, tal como ocurrió en Tolosa cuando a los sones de la Marcha Real la recibió el diputado general para seguidamente tremolarla en el balcón de la Diputación130. Como recuer-do de “este honroso servicio prestado por el país a la madre patria”, las banderas fueron depositadas en lugares nobles: la del 1.er Tercio, en la Colegiata de Vitoria, futura catedral de la capital alavesa; la del 2.º, en la sede de la Diputación guipuzcoana (Tolosa, y posteriormente en el salón de sesiones del nuevo palacio foral de San Sebastián); la del 3.º, en la Casa de Juntas de Guernica, y la del 4.º, en la basílica de Loyola (San Ignacio era patrono de Guipúzcoa y de Vizcaya, que habían aportado conjuntamente los efectivos de este tercio), donde por acuerdo de am-bas corporaciones la condujo Antonio Urdapilleta, jefe de migueletes de Guipúzcoa que había asistido a la campaña y a la batalla de Guad-Ras como agregado, siendo recibida con un te deum y colocada sobre el altar mayor de San Ignacio para memoria del heroísmo de ambas provin-cias “en favor de la Patria” y como “símbolo de su lealtad, religión y valor”131. Se realizaron también solemnes oficios de difuntos por las almas de todos los fallecidos en África, tanto de los Tercios como del Ejército regular; por ejemplo, la celebrada el 19-5-1860 en la basílica de Santia- 128  A menor escala, hubo posteriormente también celebraciones en los pueblos, cuando a cada uno de ellos llegó su respectivo cupo de hombres, ya licenciados. 129  La Época 16-5-1860. 130  Irurac Bat 16-5-1860. 131  Carta del Rector de Loyola, Leonardo Olano, a la Diputación guipuzcoana, 30- 6-1860 (AGG, JD, IT, 2362, 5).


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