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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

UN MITO CONVERTIDO EN TÓPICO: LOS SUICIDIOS EN EL… 255 Crespo de Lara a hablar del juego en los círculos militares: “Y ahora voy a dirigir un ruego al Sr. Ministro de la Guerra. Dije aquí el día 17 de noviembre que, en mi concepto, una de las causas principales del desas-tre que habían tenido nuestras tropas en África, era la desmoralización de aquel Ejército, y como motivo principal de esa desmoralización, el juego. … que a tantos ha ocasionado la pérdida de su carrera, de su honor y hasta de la vida”38. La documentación que había solicitado fue llegando lentamente al Congreso el 6 de abril llegó algo39, pero faltaba aún bastante. El 12 de mayo, Crespo volvía a insistir en que se prohibiese jugar en todos los ámbitos militares, pero especialmente en África40. El 6 de junio, seguían sin llegar al Congreso algunas de las informa-ciones solicitadas (sumarios por malversaciones, cantidades de dinero que había habido que reponer en las cajas tras el Desastre, relación de jefes u oficiales que hubiesen sido castigados por haberse dedicado al juego y sumarios instruidos por delitos de juegos prohibidos), así que insistió en que se reclamasen. El 13 de junio volvió a insistir sobre el problema del juego a propósi-to de la interpelación al Gobierno sobre el juego que había planteado el diputado Guerra del Río. Y de nuevo volvió a la palestra en la discusión de los presupuestos. Los días 27 y 28 de junio se discutió el presupuesto del Ministerio de la Guerra. En su intervención del 27 de junio Cres-po de Lara volvía a insistir: “Anunciaba en noviembre de 1921 que no se conseguirían resultados eficaces con aquel Ejército, no sólo por esa causa, sino por otras dos que bien marcadamente señalé: la indisciplina producida por la existencia de Juntas de Defensa, hoy Comisiones in-formativas, y la desmoralización, generadora también de indisciplina, producida por varios vicios, entre ellos el del juego”41. En su contestación, el ministro Olaguer afirmaba que, por esas fe-chas –junio de 1922–, Marruecos estaba, en cuanto a moralidad, mejor de lo que podían estar Madrid y Barcelona: a la gente de “vida airada” no se la dejaba salir de casa a ciertas horas, los centros de recreo se cerra-ban antes de la medianoche, en los bares no había barajas… En su réplica al ministro del día siguiente, Crespo no aceptaba un panorama tan idílico como había pintado Olaguer. Y será en ese mo- 38  Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 21 de marzo de 1922, pág. 224-225. 39  Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 6 de abril de 1922, pág. 659. 40  Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 12 de mayo de 1922, pág. 1379. 41  Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 27 de junio de 1922, pág. 3061.


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