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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

56 ANA ARRANZ GUZMÁN cabo misiones diplomáticas en Aviñón y en la corte francesa, e intervino, aunque en grado no conocido, en la elaboración del célebre Ordena-miento de Alcalá de 1348. Su abundancia de conocimientos y su dispo-nibilidad para emprender todo tipo de actividades condujeron a S. de Moxó a afirmar que “Alfonso XI poseía en don Gil de Albornoz uno de los resortes más firmes del poder monárquico y un confidente valioso para sus empresas políticas, con quien poder desahogarse y comentar con mayor confianza sus proyectos”112. La mente clara de don Gil, su enorme talento y su especial habilidad para abarcar multitud de tareas al mismo tiempo no se le escaparon al monarca castellano. Por ello Alfonso XI no dudó en solicitar los votos del cabildo para que saliera elegido arzobispo de Toledo en 1338. Esa capacidad de trabajo le posibilitó el poder anudar su faceta político-guerrera con las actividades propias de un eclesiástico que, además, se inscribía en la línea reformista de la Iglesia. La celebración de concilios provinciales en Toledo (1339) y Alcalá (1347), en los que se incidió en la reforma del clero y de las instituciones eclesiásticas, preocupándose de manera especial por la formación cultural de la clerecía, son buena prueba de ello. Y también lo es el hecho de que cuando Alfonso XI re-clamaba sus servicios en el contexto bélico analizado, Albornoz siempre acudía, bien para intervenir en los acuerdos entre los reyes peninsulares, bien para solicitar al papa la concesión de cruzada, o bien para guerrear en el Salado, pero sin olvidar sus obligaciones como pastor. La solicitud a Clemente VI para nombrar un visitador general de la diócesis, así lo confirma. Tampoco en Italia, durante su lucha para recuperar los Esta-dos Pontificios, olvidó la esencia que implicaba su dignidad. La funda-ción en Bolonia del Colegio de San Clemente de los españoles en 1364, gracias a su dotación testamentaria, demuestra hasta qué punto sus ideales por la reforma y la elevación del nivel cultural del clero represen-taron preocupaciones esenciales del prelado hasta su muerte113. Prueba también de su celo reformador es que el arzobispo siempre consideró 112  Ob. cit., p. 12. 113  “Del resto de mis bienes, mando y ordeno que en la ciudad de Bolonia, y en lugar decente, es a saber, cerca de la Universidad, se haga un colegio con aposento con-veniente, con huerto, salas y cámaras, y que se construya en él una capilla buena en honor del bienaventurado San Clemente, y que se compren rentas suficientes para sustentar a veinticuatro colegiales (…). La cual casa o colegio quiero que se llame casa de los españoles. Y al sobredicho colegio o casa instituyo por mi universal heredero en todo mi dinero, y en toda mi vajilla, y en todos mis libros, así de Derecho canónico como de Derecho civil, como de otra cualesquier facul-tad…”. El texto completo fue publicado por BENEYTO, J.: ob. cit. pp. 343-345.


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