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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

EL DEBATE SOBRE EL EJÉRCITO COLONIAL EN ESPAÑA:… 67 constituir un ejército colonial, problema que en esas fechas hace correr ríos de tinta, es párrafo obligado en cualquier discurso político, y termi-nará impregnando las relaciones entre civiles y militares, e incluso, pero más adelante, las que se darán entre los distintos grupos que conforman la galaxia militar de la época. Con estas líneas no aspiramos más que a llamar la atención sobre lo útil que resultaría, a nuestro juicio, manejar la cuestión de la carencia de ejército colonial, de los intentos para po-nerlo en pie, como un elemento clave en la comprensión de las tensiones políticas, sociales y militares del periodo. Todos sabemos que la sociedad española, con pocas excepciones, fue muy remisa a la nueva aventura colonial que se abrió en Melilla en 1909. El recuerdo de las terribles sangrías ultramarinas, Cuba sobre todo, sos-tenidas con quintos salidos de las capas más humildes de la sociedad mientras los acomodados redimían su suerte a metálico o se sustituían, estaba dolorosamente presente diez años después. El temor y la rabia que la nueva movilización de quintos y reservistas produjo en amplísi-mos sectores del pueblo español se expresó en estallidos de violencia que hicieron caer gobiernos –La Semana Trágica– y en un reguero más mo-desto de huelgas, disturbios, enfrentamientos con las fuerzas de orden público, atentados contra las líneas férreas y telegráficas o, simplemente, en la huída al extranjero de un buen número de jóvenes en edad militar. Y no pensemos que la ola de resistencia popular se circunscribió a los meses de verano de aquel año terrible de 1909. En realidad, se reactivó, aunque no tan espectacularmente, cada vez que las operaciones en el norte de Marruecos cobraban magnitud, al menos hasta el inicio de la Guerra Europea3. Por tanto, desde La Semana Trágica y la caída del gabinete Maura, casi todos los representantes políticos y la prensa tendrán conciencia de la necesidad absoluta no solo de cambiar el sistema de reclutamiento, acabando con la redención y la sustitución, sino también de crear un ejército profesional voluntario, incluso indígena, especializado en las ne-cesidades y problemas coloniales, como ya existía en otros países, siendo Francia el constante e inmediato referente. El eterno problema lo cons-tituyó el hecho de que las clases mejor situadas no quisieron afrontar el sustancioso desembolso que exigía evitar a los quintos las penalidades y peligros de las campañas coloniales, con su secuela de peligrosas sa-cudidas de malestar en la Península que amenazaban la estabilidad del régimen. 3  Ibídem, pp. 163-185.


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