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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

72 ALBERTO BRU SÁNCHEZ-FORTÚN primera12, una importante aspiración de los oficiales peninsulares: la completa separación orgánica del ejército colonial del ejército metropo-litano. El segundo se debe ocupar en exclusiva de aquellos conflictos en los que está en juego la misma existencia nacional. De ninguna manera se debe permitir al ejército colonial que para sus tareas de policía en territorios alejados exija tal movilización de recursos ajenos que termi-ne dislocando el despliegue del ejército metropolitano, pretendidamente orientado hacia el escenario europeo, como había ocurrido en la recien-te campaña. El raquitismo de las capacidades militares españolas hizo siempre imposible el ideal de esa separación de funciones y recursos, lo que en última instancia quitaba peso a la exigencia de la separación de escalas. Naturalmente la prensa civil también se volcaba en una cuestión que afectaba, y mucho, a la vida cotidiana de los españoles. Los ejemplos iban desde el diario republicano progresista El País, que durante esos meses siguientes a los sucesos de Melilla no dejó de advertir de que nin-guna campaña colonial era posible armados de quintos y reservistas –el intentarlo había sido el detonante directo de la insurrección en Barce-lona–, y que sin un ejército colonial como el de la república francesa mejor olvidarnos de veleidades imperiales; hasta la conservadora La Correspondencia de España, que de la pluma de Nicanor Rodríguez de Celis, su corresponsal en Marruecos y en otros momentos crítico musi-cal, publicó en marzo de 1910 una serie de tres editoriales, en el segundo de los cuales se calificaba de “barbaridad” el envío de reservistas al Rif. Su receta consistía en la imitación del ejército francés en Argelia, en su apuesta por la legión extranjera, que el autor consideraba adecuada a nuestras necesidades, y no tanto por el empleo inmoderado de fuerzas indígenas. Insistía también en la figura del voluntario que certificara su experiencia con un compromiso no inferior a cuatro años, brindando de paso una buena oportunidad para sustraer jóvenes a la emigración, de ahí que recomendara la apertura de cajas de recluta en nuestros consu-lados de Argelia, Marruecos y América; sin descuidar el reenganchado 12  Genaro Alas, hermano mayor de Clarín, periodista y teniente coronel de inge-nieros retirado, había escrito unos meses antes en las páginas de El País, diario republicano de la cuerda progresista: “Además, hay que separar al ejército de la defensa nacional, del ejército de las empresas coloniales; todo en estas alturas es deficiente, y apenas habrá militar que opine que las enseñanzas que en éstas y sus actos de guerra se adquieren sean provechosas para el primero”, en El País (Madrid, 1887), de 12 de enero de 1910, p. 1.


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