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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 112

LORIGAS Y BÁCULOS: LA INTERVENCIÓN MILITAR… 13 Los intelectuales cristianos no partieron de la nada en su propósi-to de justificar algunas guerras. Autores clásicos, como Polibio, ya lo habían hecho mucho tiempo atrás: “Una declaración de guerra (…) si parece justa, agranda los triunfos y aminora las derrotas, pero si pa-rece injusta y vergonzosa, surte efectos contrarios”4. La necesidad de que la guerra fuera o pareciera justa y que, además, de acuerdo con el derecho fecial, se utilizara solo como última salida después de haber agotado todos los medios diplomáticos, también fueron temas tratados por Cicerón: “Habiendo dos medios para poner fin a una contienda, la negociación y la fuerza, el primero es propio de los hombres, el segundo de las bestias; habrá que recurrir a este último cuando no sea posible el primero (…). Las normas de la equidad de la guerra están expuestas religiosamente en el derecho fecial del pueblo romano. En sus cláusulas se establece que una guerra no puede ser justa sino después de haber hecho las reclamaciones pertinentes y de haberla denunciado y decla-rado formalmente”5. Así mismo, los clásicos se esforzaron por hallar pretextos honorables para justificar guerras iniciadas por diversos mo-tivos y coyunturas, entre los que las ambiciones de sus jefes políticos y grupos aristocráticos, así como las necesidades económicas, ocuparon un lugar destacado. Junto a ellos también aparecieron otros de carácter más elevado, como la defensa de la tierra, el patriotismo o la libertad6. En conclusión, la sociedad medieval heredó de la romana el concepto de guerra justa, que iría transformándose con la introducción de elemen-tos o imágenes religiosos hasta la creación de un nuevo concepto, el de guerra santa. La doctrina escolástica sobre la guerra se desarrolló a partir del si-glo xii con el redescubrimiento del derecho romano y la publicación del Decreto de Graciano (1140), en donde ya aparecen como imprescindi-bles tres condiciones para poder calificar una guerra de justa: haber sido ordenada por el príncipe; tener como objetivo la defensa del territorio o la recuperación del mismo, y no estar movida por un exceso de vio-lencia. En el siglo xiii se formularon ya los cinco criterios inexcusables para poder hablar de guerra justa. Unos criterios que hacen referencia a los siguientes epígrafes: persona, res, causa, animus y auctoritas, defi-nidos por Lorenzo Hispano hacia 1210 y difundidos por Raimundo de 4  POLIBIO: Historias. M. Balasch (trad.), Gredos, Madrid, 1983, 36, 2, 3-4. 5  CICERÓN: Sobre los deberes, J. Guillén (trad.), Alianza Tecnos, Madrid, 1, 34-36. 6  Sobre el tema de los pretextos de la guerra en el mundo clásico, véase: ANDREU PINTADO, J.: “El concepto de guerra justa y la justificación de los conflictos béli-cos en el mundo clásico”, en Revista de Historia Militar, Madrid, 2009, pp. 39-78.


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