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MEMORIAL INGENIEROS 87

DICIEMBRE 2011 Militar, el cual me acercó al mundo de la Universidad y de las empresas. ¡Y cómo no recordar también mis primeros “pinitos” en la escena internacional en aquellas comisiones de servicio por Europa acompañando al Tcol. Mexía en la búsqueda de un nuevo radioteléfono para nuestro Ejército o al Cap. Martín Arce en los grupos de trabajo de la OTAN y de EUROCOM! Llega luego el ascenso a Comandante, inmediatamente seguido del Curso de Estado Mayor, que propicia un nuevo encuentro con parte de mi Promoción. Se afianza en él mi amistad con Julian Iranzo y con Agustín Maroto, y surgen otras nuevas con compañeros de otras Armas. A su finalización, salto a Sarajevo donde se suceden intensas vivencias al lado, entre otros, de mi querido Guillermo Tomás y de Andrés Muñoz, entonces un joven Sargento 1º de Caballería, y hoy asesor jurídico del Comandante en Jefe del Mando Aliado de la OTAN en Europa y todo un ejemplo de voluntad por progresar honrada y brillantemente en la vida. Tras regresar de Bosnia-Herzegovina, incorporación inmediata a otro de los destinos que tanto me han marcado: el Mando de Transmisiones. ¡Qué fácil fue trabajar a las órdenes del General Lupiani, un puño de hierro en un guante de terciopelo, tan firme en sus decisiones como entrañable en sus relaciones y tan protector de sus subordinados! ¡Y qué riesgo (pero también qué gran escuela) quedarse sólo, al tener que ejercer la Jefatura del Estado Mayor (primero con carácter accidental y luego interino), ante los Jefes de nuestros dos Regimientos: los Coroneles Boyero Delgado y Villar Turrau!. ¡Casi nada para el joven Comandante que yo era entonces, con mi Diploma de Estado Mayor apenas estrenado! Y del MATRANS a la EUROFOR: Italia, Florencia. ¡Qué país y qué ciudad de ensueño! ¡Y cuántos nuevos amigos otra vez! Cuqui y José María Prieto, Mª Pilar y José Mari Soroa, Lola y Juan Gª Montaño, Rocío y Angel Serrano, Belén y Jorge Corrales, etc., y muy especialmente (y espero no ofender a los otros por ello) Cristina y Miguel Gª-Noblejas, quienes han pasado también a engrosar la lista de nuestra familia más cercana. Finalizado el sueño italiano, vuelta a casa y nueva aventura multinacional: esta vez el incipiente Cuartel General Subregional Conjunto Sudoeste de la OTAN en Retamares, Madrid. Oí decir a alguien en un acto como el de hoy “no haber conocido a nadie que haya influido tanto en sus subordinados como el General Narro, entusiasmándoles en su trabajo hasta alcanzar el objetivo previsto”. Yo tuve la fortuna de dejarme entusiasmar por él en mi trabajo en Retamares y a la aseveración anterior, la cual comparto plenamente, añado que “quien no ha estado nunca a las órdenes del General Narro no ha gustado el sabor del verdadero ejercicio del mando”. Además, Retamares supuso la reedición de mi vieja amistad con Pepe Martín Arce y dar la bienvenida a una nueva en la persona de Joaquín Esteban, tan competente como Ingeniero de Telecomunicaciones cuanto excepcional como ser humano. Y de Retamares a la Dirección de Servicios Técnicos en los comienzos de su transformación hacia la actual Jefatura CIS y AT. Apenas estuve allí medio año pues el General Gracia, destinado a ser el primer Jefe de la recién creada Brigada de Transmisiones, me hizo una oferta imposible de rechazar: la de ser su Jefe de Estado Mayor. Creedme si os digo que nunca he estado tan cerca de “tocar el cielo”, en lo profesional, como en aquella bendita Brigada de Transmisiones. ¡Qué pedazo de equipo tuve el honor de mandar! y ¡qué fácil fue ser director de aquella orquesta en la que todos los profesores conocían de memoria las partituras! No quiero extenderme nombrando a todos y cada uno de los Oficiales, Suboficiales y Tropa que me acompañaron en tan maravillosa aventura, pese a que los podría recitar de memoria, ni tampoco ser tan injusto de sólo referirme a algunos de ellos. Además, sabido es que la labor de un Estado Mayor es impersonal, y por ello razón de más para el anonimato, pero todos son conscientes de haber dejado una huella imborrable en mi corazón y de que, por ello, siempre me tendrán a su lado tanto en la alegría como en la adversidad. Eso sí, por pura necesidad de justicia, dejarme expresar un agradecimiento en primera persona a quien entonces fue nuestro General, José Luis Gracia: mi General, sé cuanto has sufrido por mí en esos inciertos días de juntas de evaluación y Consejos Superiores del Ejército en los que se decidía mi posible ascenso, pero he aquí el resultado, un resultado del que tú tienes buena parte de culpa, por dejarme hacer, por apoyar cuanto hacía y, sobre todo por conseguir que nuestra relación trascendiera el mero plano profesional hasta cristalizar en la amistad que entonces y ahora nos profesamos. ¿Y qué decir de todas experiencias vividas en mi relación con los Regimientos de la Brigada y con la G6 de 151


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