Page 184

REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014

PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL... hasta allí la situación era harto difícil, la moral fue empeorando entre unas dotaciones que vivían prácticamente encerradas a bordo de sus buques. El fair play británico no estuvo en aquellas circunstancias a la altura de su fama, complicando las cosas, impidiendo bajar a tierra a unas dotaciones que se sentían humilladas, casi aisladas. El ambiente se enrareció con las noticias procedentes de Alemania: motines en Wilhelmshaven y Kiel, movimiento revolucionario de la Liga Espartaquista en Berlín, cuyos líderes Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg fueron asesinados por los contrarrevolucionarios, lo que exacerbó los ánimos. Hoy en día se honra su memoria, dando nombre a dos importantes calles de la capital alemana. El Gobierno provisional que sucedió a la monarquía, presidido por Max Baden y después por Friedrich Ebert, era el responsable de sostener a los buques allí concentrados, situación que fue degradándose a la espera de la firma de un tratado de paz que se demoró siete meses. En sucesivas etapas, la mayor parte de las tripulaciones fue repatriada. La anarquía incubada a bordo, dirigida por comités compuestos de anarquistas, socialistas y comunistas, era reflejo de la situación del caos político en la Alemania de posguerra, del sufrimiento de la población civil y del eco de la revolución rusa,  lo que forzó a Von Reuter a cambiar su insignia del acorazado Friedrich der Grosse al crucero ligero Emden, segundo buque con igual nombre en la Kaiserliche Marine. El primer Emden, comandado por el conde Félix von Luckner, obtuvo grandes éxitos al comienzo de la Gran Guerra en su campaña por el océano Pacifico hasta su hundimiento por el crucero australiano HMAS Sydney en 1914. La falta de disciplina, la mala calidad de la comida, que condujo a comer gaviotas y pescar con volantín, un servicio postal deficiente, sin recreaciones ni esparcimientos, y la prohibición del barqueo entre buques, no ayudaban nada en aquel momento. Los británicos plantearon imponer la disciplina mano militari ocupando los buques, pero Von Reuter rechazó inteligentemente esta posibilidad que sin duda habría empeorado la situación. Las sucesivas repatriaciones aliviaron las tensiones, quedando a bordo alrededor de 1.800 marineros, los menos radicales, propiciando un aumento de la lealtad hacia los mandos naturales. Mientras se dilucidaba el destino de los buques, como parte sustancial de las negociaciones en París para la firma de un tratado de paz, el desacuerdo entre los aliados era manifiesto. Franceses e italianos exigían una cuarta parte de los buques, botín al que también aspiraban japoneses, portugueses, belgas, rumanos y el nuevo Estado Serbio-Croata-Esloveno, que sería conocido como Yugoslavia en 1929. Los británicos querían destruirlos,  conscientes de que cualquier reparto sería perjudicial para su dominio naval, hegemonía que por cierto ya tenía que compartir con la US Navy, auténtica ganadora del enfrentamiento bélico. Von Reuter informó de su intención de hundir los buques, antes que entregarlos, diciendo: «Solo actuaré de esta manera si el enemigo intenta obtener 2014 383


REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014
To see the actual publication please follow the link above