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REVISTA GENERAL DE MARINA AGOSTO SEPTIEMBRE 2014

PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL... para nuestras comunicaciones, si bien admitiendo que el bloqueo de esta forma ha de ser forzosamente parcial, a causa de la distancia a que se efectúa de la costa enemiga, excepto en los casos en que el adversario necesite utilizar los pasos obligados para salir a alta mar». Es decir, garitas en las puertas… Esto llevó a la Gran Flota a Scapa Flow, y a la del Canal a bases cercanas al paso de Calais. Además la primera debería apoyar a las escuadras de cruceros que efectuarían descubiertas periódicas hacia el sur del mar del Norte para mantener vigilado al enemigo e intentar atraerlo a un combate definitivo cuando saliese a la mar. Así se planeó, así se ejecutó y, más o menos así, se llegó a Jutlandia. Los planes de operaciones son vitales, pero también debe haberlos «de personal» para la selección del mando. Jellicoe cuenta con detalle las vicisitudes de su nombramiento para relevar a Sir George Callaghan, el cual había sido nombrado, en principio, segundo en el mando de la Gran Flota. Una vez en el tren que le trasladaría al norte de Escocia para trasladarse a Scapa, se le entregó un sobre que debería abrir cuando se le ordenase. El día 4 de agosto de 1914, recibió dicha orden, lo abrió y leyó: «Queda designado Comandante en Jefe…». El almirante Callaghan recibió otro igualmente lacónico: «Entregue el mando a Jellicoe…». En una palabra, el First Sea Lord tenía «planeado » de tiempo atrás, y lo había preparado enviándolo a destinos oportunos, que al estallar la guerra la Gran Flota la mandaría Jellicoe. Los planes ingleses, para desbaratar a los corsarios alemanes, que condujeron al desastre en Coronel y a la expuesta réplica en Malvinas, fueron criticados tras la guerra por los estrategas más descollantes, los cuales, con Castex a la cabeza, acusaron a la Marina inglesa por la lentitud en la adopción del sistema de convoyes, de lo cual culpa Jellicoe a los capitanes mercantes que tenían verdadera aversión a formar en ellos. Esos estrategas fijaron lo que, a su entender, debería haber sido el sistema de prioridades a la hora de obedecer el principio de la «economía de esfuerzos» (10): — Protección directa de las líneas de comunicación propias por medio de escoltas y convoyes. — Ofensiva directa contra los corsarios. — Ataque a las bases corsarias. Volcada la Armada francesa en su cometido bloqueador del Adriático, vio con impotencia y cierto complejo que no podía ayudar más a sus ejércitos del norte, empujados al Marne por los alemanes; a tal efecto lo que tenía planeado no pudo ejecutarse, por lo que lo obviamos. (10) CASTEX: op. cit. Tomo II, pp. 228-231. 2014 235


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