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MEMORIAL INGENIEROS 90

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 90 104H I S T O R I A Desde los ordenadores se programa la misión, la hora y los movimientos de los drones, reduciendo cada vez más la intervención humana, que queda reducida a dar la “orden de fuego”. Los robots serán cada vez más inteligentes, más capaces y más autónomos. Son el futuro de la guerra del siglo xxi. Que lleguen estas armas es inevitable. El robot hará lo que sabe hacer mejor (tareas peligrosas y agotadoras, aburridas y sucias), y el soldado seguirá también haciendo lo que sabe hacer mejor. Esto creará una situación en la que las naciones militarmente más avanzadas solo arriesgarán sus máquinas inteligentes, lo que reduce aún más el nivel de exigencias para desencadenar la guerra, que ya hoy es muy bajo. La metamorfosis de la guerra conduce a la desaparición de la ocupación tradicional del territorio enemigo y su susti-tución por el permanente dominio del aire y del espacio exterior. En todo caso, el grueso de las tropas intervendrá una vez destruida o neutralizada la amenaza. La proliferación de estas tecnologías plantea nuevos problemas de seguridad (y por supuesto problemas éticos y morales), de alcance insospechado. Como norma general, los drones son empleados en misiones que suponen un eleva-do riesgo para los soldados. Sus misiones son variadísimas: inteligencia, vigilancia, reconocimiento, señalamiento de objetivos mediante láser, espionaje, acciones encu-biertas… y ataque. Su envergadura va desde los muy ligeros, que se transportan como una mochila y pueden lanzarse manualmente, hasta los muy grandes de espionaje o de ataque, que pueden llevar a bordo varios misiles guiados por láser, pasando por drones medios, que cumplen otras variadas funciones, e incluso drones muy pequeños, del tamaño de pájaros e incluso de insectos. En general, llevan a bordo una amplia panoplia de sensores, cámaras de televisión y de otros tipos, intensificadores de imágenes, radar, aparatos de infrarrojos para captar imágenes con poca luz, además de los códigos secretos que protegen su complejísimo software. Los drones consiguen mucha mayor precisión que los aviones de combate, volando a varios miles de metros de altura, aunque tienen el inconveniente de que les afectan mucho las condiciones meteorológicas. El empleo más reciente de drones por parte de la OTAN ha tenido lugar en Libia. Si el misil crucero Tomahawk fue el arma de mayor precisión en la primera Guerra del Golfo, hace 20 años, los drones, especialmente el Predator y el Reaper (en sus diferen-tes versiones), son las armas de principios de este siglo. Las principales servidumbres de los drones son: la meteorología, suficiente personal especializado, su enorme autonomía (a veces se pierden), el reconocimiento e identifica-ción de objetivos y la dificultad de construirlos cada vez más automatizados, hasta lograr que sean capaces de tomar, al menos, algunas decisiones de manera automática. Otro de los problemas que presenta su uso es que se han desplegado en la zona de operaciones sin tener en cuenta todos los aspectos logísticos. Como ejemplo de estos problemas, figura el ancho de banda que requieren para enviar las imágenes obteni-das, y en general la información, por lo que hubo que comprar anchos de banda a los satélites comerciales civiles para transmitir los vídeos de la zona de operaciones a las bases CGB desde donde se dirigían. El precio del ancho de banda para la transmisión no es barato, y los drones tienen que adaptarse a la evolución de la amenaza al menor coste posible. Un área en la que se podrían lograr ahorros es la del segmento terrestre de seguimiento.


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