Editorial

REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 846

Editorial Reflexiones sobre elPoder Aeroespacial Perspectiva aviadora LCANZAR los Objetivos Estratégicos o ganar el combate sobre el terreno. La historia del Poder Aeroespacial AA nos enseña que la mentalidad aviadora persigue alcanzar objetivos estratégicos para ganar la guerra y no sólo a ganar el combate sobre el terreno, que nos podría llevar a perderla. De esta forma resume el coronel Olsen de la Fuerza Aérea noruega la diferente aproximación conceptual que el Poder Aeroespacial hace para la resolución de conflictos, al menos desde finales de los años 80 gracias a los trabajos de dos grandes estrategas oficiales de la US Air Force, John A. Warden y John R. Boyd. La frase cobra más sentido si pensamos en teorías de la guerra de clásicos pensadores como Carl von Clausewitz, en las que subyace siempre un enemigo que derrotar y una confrontación física que ganar. Boyd y Warden, en cambio, actualizan el pensamiento para identificar elementos más sutiles y determinantes que permitan alcanzar objetivos de máximo nivel: uno, Warden, analizando la naturaleza del oponente según los elementos que lo cohesionan; el otro, Boyd, identificando la cohesión moral e iniciativa de la fuerza propia como elemento diferenciador para alcanzar la situación final deseada. El pensamiento estratégico ahora, más que nunca, preconiza la acción conjunta como el paradigma de respuesta militar en cualquiera de los entornos operacionales que se planteen. Y su eficacia dependerá, en gran medida, del conocimiento que los distintos niveles de decisión tengan sobre los efectos de la acción militar en cada uno de los dominios de operación, terrestre, marítimo, aeroespacial y cibernético. A mentalidad aviadora”, lo que en inglés se conoce como “airmindedness”, es la forma característica de LL empleo del Poder Aéreo y sus capacidades como elemento de la estructura conjunta, potenciando y completando al resto de componentes. De esta forma, el valor que el Poder Aeroespacial añade en la resolución de conflictos existe desde sus orígenes doctrinales; una forma abstracta de entender el conflicto y de cómo el aviador se relaciona con el entorno sobre el cual tiene lugar la acción aérea. Esta idea que tan brillantemente han sabido exponer en sus pensamientos Boyd y Warden, nació ya en los años 20 del siglo pasado en respuesta a la necesidad de impulsar un cambio de mentalidad en los inicios de la aviación en EEUU. Era una apuesta por un modelo que se reforzaría posteriormente tras el papel jugado por la aviación militar en la Segunda Guerra Mundial, y que llevó a definir las características del aviador y a diferenciarlo del resto de combatientes, porque su actividad era innovadora respecto a las desarrolladas en otros ámbitos hasta ese momento. N términos comparativos, airmindedness podría asimilarse con “perspectiva”: el aviador piensa y actúa, llegado EE el caso, en los niveles táctico, operacional y estratégico de la guerra y de forma simultánea, no en un contacto físico sobre un espacio finito. El contexto en el que opera el aviador obliga a priorizar la iniciativa del combatiente, la confianza mutua y la comunicación implícita sobre la explícita. Los conflictos modernos desde la primera Guerra del Golfo no han hecho sino reafirmar la identidad del Poder Aeroespacial como elemento de la acción conjunta por varias razones: por la dimensión donde tienen lugar las operaciones aéreas; porque requiere de unas capacidades militares singulares, porque las competencias individuales requeridas al aviador son diferentes, y porque, en definitiva, los efectos que la acción aérea tiene sobre el devenir de los conflictos pueden ser también diferentes. REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Septiembre 2015 707


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