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AEROPLANO 29

Francisco Martínez Puche El 28 de julio de 1921 un joven soldado murciano de 24 años realizaba una hermosa y heroica acción en las inmediaciones del aeródromo militar de Zeluán, en la que encontró la muerte, razón por la cual le sería concedida la Cruz Laureada de San Fernando. Se llamaba Francisco Martínez Puche y había nacido en Yecla el 18 de febrero de 1897, en el seno de una familia humilde de escasos recursos, por lo que se vio obligada a emigrar a Barcelona, donde nuestro protagonista consiguió especializarse como mecánico y conductor de automóviles. Al ser movilizado su reemplazo por la Campaña de Marruecos, el soldado Martínez Puche fue destinado a las Tropas de Aeronáutica en el aeródromo de Cuatro Vientos en febrero de 1919 y un año más tarde sería enviado al aeródromo de Zeluán, próximo a Melilla donde pasó a prestar sus servicios en la unidad de automóviles. El 21 de abril de 1921 el general Fernández Silvestre ordenaba la retirada de Anual, como consecuencia de la caída de las posiciones avanzadas de Abarrán e Igueriben, retirada que se haría en medio del desorden y con el acoso y ataques de las harkas marroquíes de Abd-el-Krim el Jatabi. El resto de las tropas españolas lograría hacerse fuerte en Monte Arruit, donde un total de 3.000 hombres, muchos de ellos heridos y escasos de víveres y municiones, intentarían resistir a las órdenes del general Navarro. El asedio del enemigo se extendería al aeródromo de Zeluán, que en 1921 contaba tan solo con una escuadrilla de 5 aeroplanos De Havilland DH-4 a las órdenes del capitán Pío Fernández Mulero. El aeródromo distaba de la Alcazaba de Zeluán poco más de un kilómetro, que también quedó sitiada. El aeródromo y sus aviones estaba defendido por la escasa fuerza de 43 soldados al mando del teniente Vivanco, número que se vio incrementado por la llegada de una sección del 2º escuadrón de Cazadores de Caballería de Alcántara que se había batido en retirada desde Anual. El 28 de julio el teniente Vivanco, ante la escasez de víveres y de munición, solicitó por medio del heliógrafo el envío de ayuda al capitán Carrasco, jefe de las fuerzas que defendían la Alcazaba, para poder continuar la defensa del aeródromo. Carrasco le contestó que podían ir a recoger tanto los víveres y las municiones, pero que le hiciera llegar agua ya que en la Alcazaba no tenían ya reserva del tan preciado líquido. El aeródromo se suministraba de agua de un pozo situado a unos pocos centenares de metros, pero para obtenerla había que hacer el servicio de aguada, que se realizaba por la noche ya que siempre los rifeños intentaban con el fuego de sus fusiles evitar que se llegase al pozo y a veces causaban algunas bajas. Ante la alarmante situación se inició el servicio de aguada, pero que en esta ocasión había que hacerlo a la luz del día, por lo que el soldado Martínez Puche se ofreció voluntario, como había hecho frecuentemente otras veces con anterioridad. Por Real Orden de 11 de julio de 1929, el Rey Alfonso XIII le concedió al heroico soldado la Cruz Laureada, en la que se exponían sus méritos: “El Soldado del Servicio de Aviación Militar, D. Francisco Martínez Puche, se destacó por su valor y espíritu en la conducción de un convoy desde el aeródromo a la alcazaba de Zeluán a finales del mes de julio de 1921. Encontrándose asediado el aeródromo de Zeluán y la alcazaba del mismo poblado, escaseaban en el primero los víveres y municiones para continuar la defensa y en la segunda faltaba el agua. El soldado Martínez Puche se ofreció voluntario para ir en unión de otro individuo y transportar en un camión-automóvil agua a la alcazaba y regresar con víveres y municiones. Para este efecto salió del aeródromo a media mañana del 28 de julio, en unión de otro mecánico, conduciendo la provisión de agua y consiguió llegar a la alcazaba, no obstante las dificultades que hubo de vencer atravesando el poblado y estación de ferrocarril de Zeluán, ocupados por numeroso enemigo, y una vez cumplida su misión en la alcazaba, salieron de ella con víveres y municiones, más no pudieron regresar al aeródromo, pues frente al poblado de Zeluán, el enemigo, que parapetado en el terraplén de la vía esperaba el regreso del camión, abrió intensísimo fuego sobre él, causando la muerte de sus dos conductores, malogrando una empresa que con tanto valor y espíritu se había iniciado”. Con un Breguet XIV con motor Hispano Suiza 8Fb como este, el teniente Carlos Morenés Carvajal, el 28 de octubre de 1919, uniría por el aire por primera vez el aeródromo de Cuatro Vientos con el de Tetuán. CONSECUENCIAS DE LA I GUERRA MUNDIAL Durante dicha I Guerra Mundial, los aviadores de todo el mundo fueron afianzándose en el convencimiento de que la Aviación Militar desempeñaría un papel fundamental en cualquier conflicto futuro. Los años posteriores serían de intensos debates en los que se irían definiendo y estableciendo los primeros y fundamentales principios de empleo de las Fuerzas Aéreas en la Guerra. Pensadores militares europeos y norteamericanos irían expresando sus teorías sobre lo que más tarde se conocería como Poder Aéreo. Entre éstos estarían el italiano Gulio Dohuet, el británico Trenchard y el norteamericano Wiliam Mitchell.


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