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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

CERVANTES SOLDADO DE LA INFANTERÍA ESPAÑOLA 239 tanto inconveniente que no me vendría en aconsejarlo, porque si se revol-viese como lleva camino el mundo, podían salir a ellas de Marsella seis, y llevárselas, con lo que a nosotros nos quitarían la sustancia y la daría a los enemigos, que enviándolas como era razón bien apercibidas no había que temer».43 Finalmente accede el virrey a ceder una compañía de Infantería, la de don Diego de Osorio de Rojas, para proteger las cuatro naves, entre estos soldados estaban Miguel y Rodrigo de Cervantes con viaje de ida puesto que tenían permiso para quedarse en España. A primeros de septiembre, en torno al seis o siete, los Cervantes embarcan en Nápoles en la galera Sol que nave-ga junto con otras tres, según uso de la época, para defenderse mutuamente en caso de algún ataque enemigo. Se dirigen hacia el norte bordeando las costas italianas, llegan a Port-de-Buc, en el golfo de León, y tras partir de allí el día l8, una tormenta dispersa la flotilla quedando sola la Sol. Cuando se halla frente a las costas catalanas, entre Cadaqués y Palamós en el golfo de Rosas, el momento es aprovechado por tres naves argelinas que están al acecho; embisten y abordan a la Sol y, después de luchar los cristianos sin éxito ante el número de piratas, los corsarios, una vez tomado el barco, divisan al resto de las naves que vienen a auxiliar a su compañera por lo que abandonan la presa llevándose a los tripulantes. Miguel de Cervantes desde cubierta vería alejarse junto con las tierras españolas sus ilusiones de ser capitán pues, rápidamente, sus secuestradores toman rumbo sur hasta Argel adonde llegan a los tres días: comienza así su período de cautivo du-rante cinco años. Las vicisitudes de la captura las encontramos narradas, en parte, en el libro quinto de La Galatea y en su novela ejemplar La española inglesa. En su obra póstuma, Los trabajos de Persiles y Sigismunda (Madrid, 1617), incluye una reflexión que, sin lugar a dudas, es un recuerdo final a estos años de milicia en los que el escritor cambió su etapa de estudiante en el Estudio de Madrid, que regentaba su maestro López de Hoyos, por su oficio de soldado de Infantería: «… porque no hay mejores soldados que los que se trasplantan de la tierra de los estudios en los campos de la guerra: ninguno salió de estudiante para soldado, que no lo fuese por ex-tremo, porque, cuando se avienen y se juntan las fuerzas con el ingenio y el ingenio con las fuerzas, hacen un compuesto milagroso, con quien Mar-te se alegra, la paz se sustenta y la república se engrandece».44 Cuando por 43  Avalle-Arce, J. B.: «La captura de Cervantes», en Boletín de la Real Academia Española, n.º XLVIII, 1968, págs. 237-280. 44  Cervantes Saavedra, M. de: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Madrid: Alianza, 1999, pág. 347. Revista de Historia Militar, 115 (2014), pp. 207-242. ISSN: 0482-5748


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