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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

34 LUIS ALFONSO ARCARAZO GARCÍA tado o por falta de medios no podían ser evacuados, pero en cuanto surgiese la ocasión, se les debía transportar a un hospital fijo para dejar sitio a otros pacientes. Una vez asistidos los pacientes o bien regresaban al combate o debían ser evacuados a un hospital. Fig. n.º 6. Evacuación de heridos al puesto de socorro El segundo escalón que contemplaban los reglamentos lo constituían los medios de evacuación. El Ejército español aún no disponía de ambu-lancias, a diferencia del francés, que utilizaba las diseñadas por el cirujano Larrey, por lo que cualquier carro podía valer, como vehículos de víveres desocupados, el tren de artillería o bien carros requisados en los pueblos próximos, que no eran precisamente los medios más adecuados para evacuar pacientes. Los encargados de organizar las evacuaciones eran los cirujanos y los enfermeros, distribuyendo a los pacientes en los carros, abrigándolos convenientemente y poniéndoles prendida una nota con el resumen de su historia clínica para los médicos del hospital que los fueran a recibir. Previa-mente se habrían quitado las piedras y arreglado los caminos «para que los pobres heridos no padezcan en los batideros». Durante la evacuación debía ir un médico con un botiquín para poder solventar cualquier contingencia que ocurriese durante el trayecto. En el caso de realizar evacuaciones con camillas, los camilleros serían paisanos o soldados desarmados, «guardados Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 11-72. ISSN: 0482-5748


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