Page 105

EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 891 JUN 2015

SECCIONES FIJAS Napoleón en su estudio de las Tullerías, retrato de Jacques Louis David pues supuso la primera derrota explícita que había tenido el Ejército francés en toda Europa y su repercusión podría ser funesta para su reputación en el continente (no olvidemos la enemistad de Gran Bretaña y la incipiente de Austria, que por entonces se estaba rearmando). En una ocasión Bonaparte le dijo a su ministro de Exteriores Talleyrand que «España es un país de pueblerinos mandados por curas, y los países de curas son fáciles de conquistar». Ignoró, una vez más, el poder de las naciones de segundo orden y más tarde en Santa Helena confesó en sus memorias, refiriéndose al cura Merino, el cual operó por la zona de Burgos, que  le dio tales dolores de cabeza que llegó a exclamar, «¡Prefiero la cabeza de ese cura a cuatro ciudades españolas!». Siempre se refirió a la guerra de España como «la maldita guerra». En esta ocasión, la piel de toro venció al plumaje del águila. DESARROLLO Las derrotas de las tropas del rey José en las campañas iniciales del año 1808, en especial la rendición de Dupont en Bailén, provocaron que Napoleón Bonaparte acudiera a España. Su intención era acabar de forma definitiva con la resistencia de los españoles que habían establecido partidas de insurgentes por el método de guerrilla y, si era posible, con las fuerzas expedicionarias británicas en la Península Ibérica. Para conseguir estos objetivos, ordenó que 130.000 hombres de refuerzo —la famosa Grande Armée— viajaran desde Alemania a los Pirineos. Previamente, había reafirmado su poder político y militar en el centro de Europa, ante la belicosidad de Austria, mediante la confirmación de su alianza con Rusia. Nada más cruzar la frontera desde Bayona el jueves 3 de noviembre, acompañado por Junot, lo primero que hace Napoleón, exhausto y a las dos de la madrugada, es revisar los almacenes de las tropas, comprobando que no hay uniformes ni ropas de abrigo suficientes. Aquel invierno fue especialmente lluvioso y frío, por lo que ordenó establecer un convoy de aprovisionamiento que siga a su ejército desde el Palacio de Marracq. Después pasó revista a un escuadrón polaco de caballería ligera y siguió sigue el viaje hasta Tolosa, al sur de San Sebastián. Allí le recibe el general Bigarré, el cual le rinde pleitesía en nombre de José I, rey de España. Duerme en el monasterio guarecido por una delegación de monjes. El Emperador les advierte que: «Señores clérigos, si se les ocurre mezclarse en nuestros asuntos militares, les prometo que les haré cortar las orejas». Esa noche, escribe en una de sus cartas a Josefina, que es la noche más lluviosa y fría que recuerda. Llega a Vitoria el 5 de noviembre de 1808. En las calles de la pequeña ciudad se cruza con unidades de la Guardia de a pie y de la Guardia montada que se dirigen a conquistar Burgos. Si esta cae, habrán abierto el frente español y podrían continuar hacia Madrid. Este tipo de maniobra era muy frecuente en Napoleón, atacar en un punto clave para romper el frente enemigo y ser superior en esa zona de acción. Los soldados lo reconocen y lo aclaman a la voz de «¡Viva el Emperador!». Llega la hora de reunirse con su hermano José que le estaba esperando en el obispado y le REVISTA EJÉRCITO • N. 891 JUNIO 2015  105 


EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 891 JUN 2015
To see the actual publication please follow the link above