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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 891 JUN 2015

SECCIONES FIJAS REVISTA EJÉRCITO • N. 891 JUNIO • 2015  113 abandonado la política de no intervención que con raras excepciones —Corea del Norte, disputa de Sudan y Sudan del Sur y tropas en misiones ONU en Mali— había seguido hasta ahora. Además, la preocupación y mayor implicación de China en el futuro de Afganistán contribuye a que ejerza una notable influencia sobre Pakistán y su compleja relación con los talibanes afganos En definitiva, la creciente voluntad de Pekín de emplear sus relaciones políticas, poder militar y potencial económico con fines estratégicos, es un indicativo más de su decisión de actuar como una gran potencia, lo cual implica defender sus intereses en todo el mundo, incluidos los puntos conflictivos. No obstante, seria una simplificación pensar que el acercamiento chino pakistaní es un desafío a la aproximación entre India y EEUU, ya que China seguirá valorando sus relaciones bilaterales con EEUU e India., como, Andrew Small, un experto en la región, expone en un reciente libro7. NOTAS 1  Singh, Sushant. «Frenemy of the Enemy». The Indian Express. 11/4/2015 2 Traub, James. «The Problem with Kissinger’s Word Order». Foreign Policy. 5/5/2015 3  El FMI estima que el PIB crecerá este año un 4.7%, pero necesitaría un crecimiento sostenido del 5-7% para conseguir que un cuarto de de la población pakistaní salga del umbral de la pobreza. 4 APP. «PM Nawaz inagurates country’s first solar plant». Dawn. 4/5/2015 5  Ansari, Usman. «Pakistan to Buy 8 submarines From China». Defense News. 3/4/2015 6 Verma, Nidhi. «India to sign port deal with Iran, ignoring U.S. warning against haste». Reuters. 6/5/2015 7  Small, Andrew. «The China-Pakistan Axis: Asia’s New Geopolitics». C. Hurts & Co. (Publishers) Ltd. 2015 INSEGURIDAD Y ELECCIONES EN SUDÁN Carlos Echeverría Jesús. Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED La victoria de Omar Hassan Ahmed Al Bashir, con un 94,5% de los votos emitidos en las elecciones presidenciales en Sudán cuyos resultados se anunciaban el 27 de abril, no ha sorprendido a nadie pues confirma la deriva de este gran país africano desde hace décadas1. Con sólo un 46,2% de participación, las elecciones que duraron cuatro días, entre el 13 y el 16 de abril, permitirán al único jefe de estado en activo perseguido por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra, superar el cuarto de siglo en la presidencia del país. Dichos comicios incluían también las elecciones generales y provinciales, por lo que con ellos se consolida el poder de Al Bashir en todos los niveles del Estado. UN PROCESO ELECTORAL ATÍPICO Al Bashir, que subió al poder por un golpe de estado en 1989, está acusado de instigar el conflicto de Darfur, que habría costado la vida a más de 300.000 personas y generado 2,5 millones de desplazados desde su estallido en 2003 y hasta la actualidad. Precisamente la forma de evitar el acabar compareciendo como acusado ante la CPI era seguir en el poder, y de ahí la convocatoria de las presidenciales y su victoria al frente del Partido del Congreso Nacional. Al Bashir habría ganado según fuentes oficiales 5,2 millones de votos emitidos de entre los 13 millones de sudaneses que se habían registrado para votar. Los otros doce candidatos que rivalizaban con el Jefe del Estado, la inmensa mayoría de ellos unos completos desconocidos para la población, no tenían opción alguna pero con su participación daban un barniz de legitimidad a todo el proceso2. Estas elecciones fueron contestadas antes y después de celebrarse por una dividida y debilitada oposición interna. Antes, pues se pedía posponerlas hasta que se designara un gobierno de unidad nacional que las supervisara evitando manipulaciones. Y después, porque se ha rechazado el proceso y unos resultados escandalosos, que superan los de las presidenciales anteriores, de 2010, en las que Al Bashir ganó con el 68% de los votos. Aquellas elecciones no fueron criticadas por Occidente para no poner en peligro el proceso de secesión de Sudán del Sur. También se ha contestado todo el proceso desde fuera de Sudán, por Estados que no sólo destacan las atrocidades cometidas de fronteras hacia adentro sino también el papel desestabilizador de este


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