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riosos. Ante todos ellos, pondría en marcha el motor y experimentaría como éste tiraba del aeroplano, arrancando y parando, así se podía pasar un buen rato y emplear 10 la tarde. Experimentación y análisis de resultados, de momento, más adelante habría tiempo para intentar despegar si todo marchaba correctamente, volar, lo que se dice volar, tendría que venir en el futuro. Había que dar una excelente imagen a los espectadores, esto es muy de la época, la indumentaria elegante y adecuada, cuidada en los menores detalles, él era, ante todo, un caballero de buena sociedad. Por otra parte, el indudable miedo al fracaso y al ridículo, en el pueblo valenciano-parlante del futuro aviador ya comenzaba a circular cierto chocante apodo, el de El Volaoret (Voladorcito) que algunos envidiosos de su creciente popularidad estaban extendiendo. El aeroplano es sacado del cobertizo por unos soldados, nadie es consciente de que están viviendo un acontecimiento histórico que, sin embargo, no será considerado como tal hasta noventa años después; nadie de los presentes tiene en cuenta que es la primera vez que se pone en marcha el motor de un avión sobre territorio español, absolutamente todos ignoran lo que en los siguientes años representará este juego o deporte de la Aviación en todo el Planeta. Algo imposible de intuir. Giro manual de la hélice y petardeo del escape, ésta gira velozmente pero no adquiere régimen suficiente, el funcionamiento del motor no se redondea. La chispa de las bujías se saca directamente de la batería mediante un mecanismo productor de descarga de alto voltaje, todavía no se utilizan magnetos para lo que ellos llaman, en su jerga, “allumage”. Se cambian baterías por otras recién cargadas y el motor gira mejor. Según esto, la autonomía dependerá de dos cosas: gasolina y reserva de electricidad. Para un piloto de hoy es inconcebible volar sin instrumentación. En aquel tiempo, no siempre y como mucho, se contaba con un medidor de las revoluciones del motor, todo el control del vuelo se basaba en esta lectura, el resto era cuestión de vista y sensaciones corporales. Viajar entre ciudades se hacía siguiendo las vías del tren, estar a pleno aire a una velocidad cercana a los 60 km/h dificultaba la consulta de mapas durante el vuelo. Aunque la brújula era utilizada en la navegación marítima desde la Edad Media, a nadie se le había todavía ocurrido subirla al avión, Blèriot en el cruce del Canal no la llevaba, así como medidores de tempe- > Juan Olivert y Gaspar Brunet en el aeroplano de su construcción el 5 de septiembre de 1909, campamento militar de Paterna, poco antes del histórico vuelo. > Cartel del festival de Reims, 22-29 de agosto de 1909.


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