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AEROPLANO 30

séis meses que duró su mandato Warleta puso gran empeño en organizar la Aeronáutica española aunque chocó con las limitaciones económicas y políticas de la época. Los cambios en la organización fueron diversos y muchos de ellos no tuvieron larga duración. Durante los meses que Warleta fue director general ocurrieron los graves sucesos conocidos como la rebelión de octubre. El ministro de la Guerra Diego Hidalgo llamó al general Franco para que le asesorara y se nombró al general López Ochoa para mandar las tropas que debían restablecer la paz y el orden. Para prestar apoyo aéreo se llamó, desde la declaración del estado de guerra, varias veces al director general Warleta que no tenía mando directo sobre las unidades aéreas. Surgieron dudas sobre la lealtad de algunos mandos y finalmente Warleta llamó a su despacho al teniente coronel Camacho, jefe de la escuadra Aérea número 1, y a sus jefes de grupo, escuadrilla y observadores. Se planteó la situación con claridad, se tomaron medidas de refuerzo de las escuadrillas del Grupo 21 con una del Grupo 31 y todas operaron desde el Aeródromo de Virgen del Camino en León. Sin entrar en los detalles de las complejas y sensibles operaciones, ni en la requisa de aviones de transporte y el uso del autogiro por vez primera en operaciones, lo cierto es que la sangrienta revuelta fue sofocada el 18 de octubre de 1934, aunque algunas operaciones terrestres de limpieza siguieron hasta diciembre. En el informe emitido el 26 de octubre por la Jefatura de Aviación se detectaron diversos fallos en el armamento y falta de entrenamiento de los observadores. Sin embargo, se concedió la Medalla militar a la Escuadra número 1 por su actuación en Asturias. Con carácter individual se concedió la Medalla Militar a los tenientes Manuel Tomé Laguna y Carlos Rute Villanova por su comportamiento en el abastecimiento de Oviedo el 11 de octubre de 1934. Tomé fue gravemente herido y el teniente Rute, que volaba como observador, consiguió llevar el avión al aeródromo pilotando el avión desde la cabina posterior usando como palanca el asta de una bandera de señales. El general Manuel Goded Llopis sustituyó el 3 de noviembre de 1935 a Warleta. El 19 de noviembre se decretó que el cargo de Director General de Aeronáutica lo ocupase un general del Ejército que sería también el inspector de la Aviación Militar. En el mando de ésta, el comandante Pastor había sido sustituido por el comandante Apolinar Sáenz de Buruaga, a quién a su vez sucedió Joaquín González Gallarza. La normativa siguió reforzando el control del Ejército sobre la Aviación pues el nuevo gobierno de Portela Valladares, que tomó posesión el 15 de diciembre de 1935, reguló que un general de brigada se haría cargo de la Aviación Militar. El general Núñez del Prado sucedió al general Goded al frente de la Aeronáutica Militar y cinco días más tarde el general Carlos Bernal, con largos años de servicio aeronáuticos, se hizo cargo de la Aviación Militar. Cuando comenzó la Guerra Civil la organización era la señalada y el general Núñez del Prado, además de la Dirección General de Aeronáutica, ocupaba la Jefatura de Aviación que estaba vacante por cese, el 18 de marzo de 1936, del general Leopoldo Jiménez García que había sustituido al general Balmes. Durante estos años de cambios constantes en la organización y en la dirección de la Aeronáutica Militar no cambió sustancialmente en la práctica el estatus de los observadores de aeroplano que siguieron desempeñando sus cometidos en las unidades de reconocimiento y en otros puestos en escuelas y jefaturas. Sin embargo cabe señalar que el decreto de 26 de junio de 1931, provocó que muchos aviadores intentaran conseguir uno de los dos títulos que no tenían -observador o piloto- y que se disponía en ese decreto eran necesarios para integrarse en el proyectado Cuerpo General de Aviación. LOS OBSERVADORES EN LA GUERRA CIVIL Las vicisitudes de los observadores durante la Guerra Civil fueron semejantes a las de sus compañeros pilotos y por tanto sufrieron los mismos desgarros y tragedias que caracterizan todas las contiendas fratricidas. Cubrir todas las vicisitudes de los observadores en esa dura etapa se sale de los propósitos de este artículo. Sin embargo, parece oportuno destacar algunos aspectos que aseguran la continuidad de este relato. Al comienzo de la Guerra Civil en julio de 1936 los observadores en activo que no ocupaban puestos en los órganos centrales de la Defensa o Aviación, estaban en su mayoría destinados en las unidades de reconocimiento como el Grupo de reconocimiento 21 de León, el Grupo de reconocimiento estratégico 31 de Getafe, el Grupo de reconocimiento 22 de Sevilla y el Grupo de reconocimiento 23 de Logroño. En los primeros meses de la contienda las necesidades de observadores no fueron muy grandes en ninguno de los dos bandos pues el número de aviones era escaso. En el bando gubernamental se publicó el 16 de mayo de 1937 la creación del Arma de Aviación como rama autónoma del Ejército. Se integraron en esa nueva Arma el personal de las aviaciones militar, naval y civil situándose en el escalafón según su antigüedad el 18 de julio de 1936, salvo el no procedente de academias que tenía sus propias normas para integrarse. La nueva Arma de Aviación se componía del Cuerpo General, del Cuerpo Auxiliar, de la Maestranza de Aviación y del Cuerpo de Defensa contra Aeronaves (DE- 39


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