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además de autor de óptimos libros sobre la historia de la aviación– quien ha reordenado apuntes, documentos, informes y cartas enviadas a periódicos y a camaradas. La figura humana y profesional de De Prato aparece así en toda su honestidad y rigor. Como militar que tiene por objetivo de vida el servir con honor al propio País, el oficial denuncia con indignación modos y comportamientos que considera perjudiciales e indecorosos. Su crítica punzante golpea a arribistas y a oportunistas, a incompetentes y a emboscados, a estafadores, a carreras fáciles y a medallas concedidas con facilidad. Aunque es un experimentado piloto de caza, De Prato va dos veces a España pero siempre a los mandos de un bombardero. En la cúpula de la Regia Aeronautica la filosofía por entonces dominante –construida más sobre la exaltación de mitos retóricos que sobre sólidas bases formativas– quiere que un buen piloto sea capaz de dirigir cualquier tipo de avión14. Pero en su caso se trata de otra cosa: tiene el vicio de decir lo que piensa y acaba por resultar indeseable. Su envío a España es la manera de quitárselo de en medio. Empieza su primer ciclo operativo el 12 de febrero de 1937: el teniente De Prato es jefe de la tripulación del S.79 núm. 2 de la 1ª Sección15 que se traslada desde Guidonia –sede del Centro experimental de la Regia Aeronautica y del 12º Stormo de Bombardeo desde el cual han seleccionados los aparatos– a Palma de Mallorca. El vuelo corre el riesgo de convertirse en tragedia varias veces por la manera en que ha sido preparado –“partida precipitada y temeraria”– y por la manera en que lo dirige el oficial de más alto grado. Tras algunas acciones efectuadas desde Son San Juan, la 1ª Sección S.79 se desplaza a Soria desde donde interviene en el frente Norte y en el central. De Prato vuelve a Italia en mayo y es destinado al 8º Stormo de Bombardeo que está recibiendo los nuevos S.79. Su experiencia y capacidad resultan de gran valor para adiestrar a otros pilotos a los mandos de una máquina moderna, pero no tan fácil de tripular como el S.81. Ascendido al grado de capitán un mes después de su repatriación, vuelve a España en noviembre de 1937 cuando el 8º –único Stormo de la Regia Aeronautica que combate en los cielos españoles con su dotación completa, tanto en hombres como aeronaves– se desplaza a la isla de Mallorca. Hasta el 28 de junio de 1938 está al mando de la 10ª Ella. del XXVIII Gr. “Halcones de las Baleares” ganándose la estima unánime por sus dotes de piloto, de organizador y de comandante. En “su” libro no El S.79 con el número 1 y la insignia de la 10ª Ella., una gallina, por el apodo del comandante, el capitán Tulliio De Prato.


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