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maniobra usual con este tipo de avión, que permitía un retorno seguro hacia la base, en vuelo casi rasante. La acción se realizó el 25 de junio y Domingo asegura que desde antes de alcanzar el frente ya empezó la antiaérea a disparar y, a medida que la formación se acercaba al objetivo, el fuego se iba intensificando. Al llegar los “Natachas” a Punta Creventada comenzaron el bombardeo enfilando a Puebla de Valverde. Apenas había apretado Domingo el botón de disparo dos veces cuando la cortina antiaérea que presenciaba por delante llegó a ser imponente2. Hizo la señal convenida para lanzar todas las bombas y Cervera, el jefe de la escuadrilla, comenzó inmediatamente a virar hacia sus líneas. A pesar de la rapidez de la maniobra un “Natacha” fue derribado en el viraje y cayó completamente incendiado; poco después cayó otro, del que se salvaron los dos tripulantes en paracaídas, uno de los cuales era el bombardero Nieto. Como contrapunto a este relato vamos a dar la versión de García Morato. Éste, que era jefe de Operaciones de la Brigada Aérea Hispana, salió dicho día en misión de reconocimiento del frente con un Fiat solitario y tuvo la oportunidad de sorprender a la 3ª Escuadrilla del Grupo 30, precisamente en el momento en que llegaba al punto de bombardeo. Morato volaba a menor altura, lo que hubiera supuesto una desventaja táctica de haber tenido que enfrentarse a la caza enemiga, pero que resultó beneficiosa para el ataque a los “Natachas”, que tenían una zona muerta por debajo y detrás. Se lanzó por sorpresa contra los bombarderos, que volaban mas bajos que los cazas, y ni unos ni otros se apercibieron de lo que ocurría, ya que la antiaérea actuaba simultáneamente. En su única pasada vio caer dos “Natachas” en el viraje de retorno (el resto huía, escribió Morato) y a continuación se alejó, antes de que reaccionaran los cazas. El parte nacional se apuntó el derribo de cuatro “Natachas”, achacando el abatimiento de dos de ellos a la Caza y el de los otros dos a la DCA; en realidad solo fueron dos los aviones caídos, que pudieron ser alcanzados por los disparos del Fiat y/ó de tierra. OFENSIVA CONTRA VALENCIA Aprimeros de julio, cuando el Ejército del Norte (general Dávila) pugnaba por avanzar hacia Valencia, las tres escuadrillas de la Zona Centro-Sur colaboraron en la defensa, bajo las órdenes supremas del general Miaja, jefe del Grupo de Ejércitos de tal Zona. Miaja, como en los lejanos días de la lucha por Madrid, consiguió acumular en la defensa de Valencia más medios terrestres que los empleados por los atacantes, tanto en personal como en material. Pero en lo que se refiere, a disponibilidades aéreas estaba en franca inferioridad, pues las escuadrillas de cazas monoplanos se hallaban muy mermadas tras los continuos avatares bélicos del año; aún no habían cruzado la frontera el casi centenar de Polikarpov I-16 tipo 10, de cuatro ametralladoras, que reforzarían a la Escuadra de Caza en los días de la batalla del Ebro. Esto sería parcialmente compensado por las abundantes entregas de cazas biplanos de la factoría de Reus-Sabadell, del orden de uno diario. En lo que al Grupo 30 se refiere, cada escuadrilla solía tener en vuelo por esta época unos diez aviones. Ya no conseguían completar los 12 de plantilla, pero no se puede decir que estuvieran escasas de material. Como refuerzo y complemento de los “Natachas” la Aviación republicana disponía del nuevo grupo “Grumman”, que contaba con mejores aviones pero carecía del largo historial del Grupo 30. El frente de combate formaba un largo arco desde la Sierra de Espadán, cerca de la costa, hasta las inmediaciones de Teruel. Los “Natachas” operaron principalmente sobre la carretera Teruel-Sagunto, eje principal del ataque, y especialmente en los sectores de Barracas, Sarrión y Segorbe, en los que se materializaron importantes obras defen- 2No utlizaba el visor, dada la amplitud del objetivo. sivas que propiciaron terribles luchas. 89


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