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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

JAIME ANTÓN VISCASILLAS podemos decir nada de cómo era aquel sumergible (el conocido como Garcibuzo, del que sí se conservan planos) porque su inventor, desengañado totalmente al no encontrar el menor apoyo oficial, lo echó a pique» (18). En este sentido, como también apuntó Alejandro Anca, «hay que recordar aquí que tanto Monturiol como García no concibieron (al menos en un primer momento) sus ingenios como unidades de guerra, siendo por tanto proyectos ajenos a la Armada. Poner al mismo nivel estos ilustres inventores con Peral es inapropiado e injusto; y esto sin adentrarnos en los aspectos técnicos» (19). Su nombre, pues, a los efectos que nos ocupan, habría sido perfectamente omitible. Mucho más relevante en este terreno es el nombre de Isaac Peral y Caballero (1851-1895) (20). él es el genuino inventor del submarino moderno, torpedero eléctrico sumergible para cuya invención retomó un proyecto que se había abandonado en todo el mundo y cuyos impedimentos técnicos él resolvió en 1884. Después de solventar todos los problemas que planteaba la navegación submarina, el 1 de enero de 1888 se inició su construcción (21) en el arsenal de La Carraca, y tras superar muchas dificultades, el 8 de septiembre de ese mismo año se procedió a su botadura. La prueba de inmersión en dique se realizó con éxito el 5 de agosto de 1889, y su primera inmersión en mar, la prueba definitiva, se efectuó a entera satisfacción el 7 de junio de 1890, alcanzado una profundidad de hasta 10 metros. Sin embargo, a despecho de estos brillantes antecedentes, después de varios avatares, las insidias y envidias paralizaron su proyecto. El Consejo Superior de la Armada declaró por último inútil el ingenio, de modo que a su inventor se le ordenó entregar el torpedero submarino, con lo que «se cerró, absurdamente uno de los más brillantes capítulos de la moderna historia de la Marina española» (22). La injusticia de que fue objeto su persona llegó a prolongarse más allá de la muerte, pues su viuda, doña Carmen Cencio Rodrí- (18) íDEM. (19) VISCASILLAS, ANTóN y ANCA ALAMILLO. (20) Resulta sin duda una paradoja que habiendo sido España, con el proyecto de torpedero submarino de Peral, la nación pionera en la revolucionaria invención de este aparato, sin embargo fue casi la última de las potencias navales europeas en incorporar submarinos a su flota. En 1914, naciones pequeñas como Dinamarca, Suecia, Grecia, Países Bajos o Noruega disponían ya de submarinos. Al iniciarse la Gran Guerra, en el conjunto de las marinas de guerra del mundo había en servicio un total de 312 buques de esta clase. Incluso Portugal se adelantó incorporando a la Armada en 1913, varios años antes que España, su primer submarino por iniciativa de su ministro de Marina joão Azevedo Coutinho. Esta demora, no obstante, no obedeció a que la Armada se hubiese desentendido del asunto hasta entonces, sino a que los proyectos de construcción o adquisición de submarinos emprendidos no habían cristalizado. (21) Por real decreto de 20 de abril de 1887. (22) Hay que señalar a estos efectos —para hacer justicia histórica— que el primer gobernante que de verdad rindió homenaje a estos precursores y al inventor del submarino fue precisamente el almirante don Augusto Miranda. No solo porque fue él quien —como ministro de Marina— definitivamente creó el Arma Submarina, al programar y aprobar su famoso plan de escuadra e incorporar en su virtud los primeros submarinos a la Armada, sino también porque 52 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 127


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