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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

BEATRIZ GARCÍA ÁLVAREZ DE LA VILLA cional relativa a los océanos. En virtud de ello, a mediados del siglo XIX comienza a despuntar el interés por la meteorología y se convocan las primeras reuniones científicas internacionales para compartir observaciones y resultados. El insigne científico Cecilio Pujazón, director del Observatorio de Marina de San Fernando, participa en estos congresos, y la Dirección de Hidrografía desempeñará un papel difusor de primer orden publicando y traduciendo las obras que sobre el tema aparecían en el extranjero. Son escasos los trabajos publicados en España, en el siglo XIX, sobre oceanografía y meteorología. La mayoría de las veces, estas materias ocupan unos pocos capítulos dentro de las obras de navegación. Serán Terry y Suances los que, tras un gran esfuerzo, recojan en un solo libro las diversas investigaciones que, en relación con estas disciplinas, se estaban llevando a cabo a nivel internacional, dando así respuesta a la importancia creciente de tales ramas de la ciencia en los planes de estudio; de ahí que dicha recopilación se aprobase como libro de texto para aspirantes a guardiamarina y también fuera recomendada para capitanes y pilotos de la marina mercante. La obra utiliza como fuentes la conocida Geografía física del mar de Maury, Elements de metéorologie nautique de j. De Sugny (1890), L’océanographie de Thoulet, y también a autores como Mohon, Aranda, Brault…, así como multitud de obras, revistas y derroteros (37). Las matemáticas: los ejercicios de Terry («las matemáticas enseñan el acertado manejo de los instrumentos náuticos para conocer por su medición el punto de la nave» 38) En el siglo XIX, jorge juan dividió la náutica o ciencia de la navegación en dos ramas: la práctica y la teórica. La formación práctica no era suficiente para navegar. El marino necesitaba poseer conocimientos de aritmética, geometría y trigonometría para resolver los problemas sobrevenidos durante la navegación. De resultas de ello, las matemáticas irán ganando terreno a otras disciplinas, como la cosmografía y la geografía, sobre todo a raíz de las reformas de 1790. En este ámbito científico se destacan las obras de Ciscar y Macarte. A mediados del siglo XIX, tanto las obras de Ciscar como las de juan justo García se siguen reeditando y empleando también como textos en la enseñanza media, pero dentro del ámbito de la docencia van surgiendo matemáticos que utilizan adicionalmente el libro de texto como herramienta de divulgación. Aún lejos del ámbito universitario, las matemáticas están en manos de militares e ingenieros, que serán los grandes impulsores de estas disciplinas. Entre ellos tenemos a Vallejo, Valera, Lista y Odriozola y Cortázar. Tras estos, y en el último tercio del siglo XIX, Antonio Terry, junto con otros como Manuel Benítez y Parodí, Miguel Ortega y Sala, Eugenio de Angulo, jacinto (37) TERRy: Apuntes de meteorología náutica, oceanografía y derrotas, p. 408. (38) íDEM: Manual de navegación, p. II. 90 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 127


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