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REVISTA GENERAL DE MARINA ENERO FEBRERO 2015

TEMAS GENERALES Colón, sorprendió y confundió mucho al mismo almirante e historiador norteamericano Morison (2). Por tanto, es absurdo náutica y lógicamente este comportamiento referente al maestre Juan de la Cosa, que además era marino experimentado y hombre de confianza de los Reyes de Castilla en la expedición. Parece más bien debido a otra manipulación evidente para desacreditarlo náuticamente, y a la vez a todos los marinos españoles, incluidos los grumetes. Esta falsedad es claramente obra de un astuto teórico jurista, pero sin ninguna verdadera experiencia en navegación oceánica. Este parece ser el verdadero perfil del falso Hernando, que cita el ilustre investigador y profesor Rumeu de Armas en su excelente y profundo libro sobre Hernando Colón como historiador de su padre el Almirante (3). Según la copia del Diario, el grumete tomó el timón y llevó la nao hasta vararla por la fuerza de la corriente, y acusa directamente a uno anónimo como el que llevó la nave a los arrecifes y la perdió, pero sin poder responsabilizarlo por su poca edad. Vamos a considerar si técnicamente tuvo alguna culpa en la varada. Cualquier marino con experiencia en navegación a vela sabe que sin viento el velero se detiene sobre el agua, resultando el timón de codaste nulo e incapaz de gobernar la nave. Y menos aún con corriente. ¿Qué muchacho va a tomar la caña inútil del timón en la mano sabiendo que no sirve para nada, y permanece allí quieto durante una hora sin hacer ni ver nada? ¿Y sin nadie que lo vigile ni lo mire? Ni náutica ni lógicamente tiene sentido, salvo para desviar la atención del verdadero responsable. En estos casos, estando la nave en calma chicha cerca de tierra, para evitar la acción de las corrientes hasta que salte el viento, la única acción correcta es la de fondear la nave, si hay fondo suficiente o en cuanto lo haya. Pero la decisión de fondear solo le correspondería tomarla al capitán de la nao, que era Cristóbal Colón. Como este no mandó fondear, según su propio Diario, habiendo ocho brazas de profundidad (unos 13 metros) (4), esto significaba que verdaderamente había viento suficiente para poder gobernar la nao. El genovés Miguel de Cuneo, que acompañó a Cristóbal Colón a bordo de la nao capitana en su segundo viaje a América, narraba cómo procedían Cristóbal Colón y sus capitanes y pilotos en caso de que se hiciera de noche cerca de tierra en aguas americanas: «Cuando no fondeábamos teníamos el barco a la capa para que no avanzara por miedo a encallar» (5). (2) MORISON, Samuel E.: El Almirante de la Mar Océano, p. 418. México, 1991. (3) RUMEU DE ARMAS, Antonio: Hernando Colón, historiador del descubrimiento de América, p. 399. Madrid, 1972. (4) Diario de Colón. 4 de enero. Edición Carlos Sanz, folio 51. (5) Cartas de particulares y relaciones coetáneas. Relación de Miguel de Cuneo, p. 241. MANZANO MANZANO, Juan: Colón y su secreto. El Predescubrimiento, p. 474. Madrid, 1982. 32 Enero-feb.


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