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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

218 PABLO GONZÁLEZ-POLA DE LA GRANJA fuerte de Alfonso XIII, también llamado de San Cristóbal84, en las cercanías de Pamplona. La poca delicadeza mostrada en la conducción de los deteni-dos, unida a las duras condiciones en las que vivían allí, hicieron que pronto se identificara por parte del Cuerpo a los “presos de Pamplona” como un importante referente del sacrificio del Cuerpo. Como dice Vigón, “a falta de jefe, ni cabeza visible, reconocían en aquel núcleo de víctimas un lazo de unión de todos”85. De modo que pronto comenzaron las visitas que más parecían peregrinaciones. La Academia de Artillería permanecía cerrada, con sus profesores en-carcelados y sus alumnos licenciados. El 11 de septiembre se anunciaba que el curso en las academias militares se iniciaría el día 15, a excepción de la de Artillería, cuyo arranque del curso se posponía hasta después de las va-caciones de Navidad. Esto habría de permitir confeccionar el nuevo cuadro de profesores, empezando por el director. En la misma nota se insinuaba que, tras las vacaciones volverían los mismos alumnos que la desalojaron a principio de septiembre, tras la prueba de fuerza. Se dice que habrá un curso intensivo y que los alumnos que se beneficiaban de becas, podrían seguir disfrutándolas86. Por su parte el Dictador proseguía su labor de escarmentar decidida-mente a los artilleros y actuar sobre su moral, reduciendo la plantilla de generales y autorizando el pase a la reserva de los jefes y oficiales que no demostraran una aptitud acorde con la nueva reorganización. Ésta no tardó mucho y básicamente consistió en tres disposiciones que, aparecidas en el Diario Oficial en noviembre, pretendían, según la nota oficiosa hecha públi-ca por Primo “rehacer material y moralmente el Cuerpo de Artillería”. A la enajenación del 25% del ganado asignado al Cuerpo, vino en primer lugar una drástica reducción de unidades y centros, entre otros seis regimientos y las maestranzas de Madrid, Barcelona y Sevilla. Por otra parte, se creó la Dirección Superior de la Industria Militar Oficial, lo que fue interpretado como una ingerencia en la tradicional ocupación artillera de las fábricas de armas desde su creación por los primeros Borbones. Y por último, se le ocurrió al Dictador la exigencia de un juramento de fidelidad para aquellos que solicitasen el reingreso en el Cuerpo. Al poco de producirse la suspensión, comenzaron a aparecer en el Dia-rio Oficial del Ministerio y recogidas puntualmente por la prensa, una serie 84  En la biblioteca de la Academia de Artillería está depositado un curioso álbum de fotografías que contiene una del grupo de profesores presos en san Cristóbal y a con-tinuación las de cada uno con su firma al píe. 85  VIGÓN, Jorge: Historia, op.cit., vol. II, p.226. 86  ABC, de 11 de septiembre de 1926. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 185-234. ISSN: 0482-5748


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