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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

228 PABLO GONZÁLEZ-POLA DE LA GRANJA De modo que se licenció definitivamente a todos los que, desde 1926, se habían formado en la Academia de Segovia. Según el Dictador, todos estaban contaminados. Por su parte Primo sigue con su obsesión de deshacer el espíritu de cuer-po artillero y ya no se recata en criticar abierta y cruelmente las tradiciones de los artilleros. Así en nota oficiosa publicada por la prensa el 28 de febrero de 1929, dice que estas reacciones de los cadetes son consecuencia: “del absurdo estado de mentalidad y espíritu fomentado en el Arma de Artillería por los que, desde hace medio siglo, vienen im-poniendo ciegamente a todas sus promociones como un deber el re-sistirse a la obediencia de disposiciones emanadas del poder público, a titulo de compromiso corporativo consignado bajo firma, muchas veces obligada, en álbum rebelde y faccioso a que se ha pretendido dar carácter de supremacía, sobre las ordenanzas militares e incluso sobre el juramento prestado ante la propia bandera”109. No es fácil adivinar lo que estas afirmaciones, leídas en un medio de comunicación, podían provocar en el ánimo de los artilleros. Pero en aquellos momentos, la unidad del Cuerpo distaba mucho de ser una realidad. A veces se hace muy difícil leer entre líneas cuando se leen los textos de Vigón, cuyo compromiso moral y amor a la Artillería le impide ser claro en sus valiosas apreciaciones. Sobre todo porque fue testigo especial-mente dotado para la observación. No obstante algo podemos deducir. La confrontación entre una parte de los profesores de la Academia y sus antiguos compañeros que, expulsados de esta habían pedido destino en el Regimiento 16º, de guarnición en Segovia, se hizo especialmente virulenta con motivo de la sumaria encargada con objeto de depurar las actuaciones del episodio de los cadetes en el Regimiento. Las delaciones y el comporta-miento con los presos, custodiados por sus enemigos, impresionaron a Vi-gón110. En realidad la exaltación, las posturas extremas de algunos ya habían calado dentro de la unidad del Cuerpo. Quien así lo pudo haber dispuesto, se estaba saliendo con la suya. Primo de Rivera volvió a la práctica pasada de admitir excepciones a la depuración de jefes y oficiales. Lo que, de nuevo volvía a provocar grandes fallas en la unidad corporativa. Veinte días después de publicarse el Decreto de disolución de la Academia de Segovia, comenzó sus trabajos una Comi-saría Regia para investigar las responsabilidades de todos y cada uno de los 109  ABC de 28 de febrero de 1929. 110  VIGÓN, Jorge: Historia, op. cit. vol. II, p.245. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 185-234. ISSN: 0482-5748


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