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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

384 EMILIO MONTERO HERRERO La Guerra Civil Española (1936-1939) es una página capital de nuestra historia. Artilleros de los dos bandos participaron heroicamente, como Joa-quín Pérez Salas y Ramón del Valle Colmenares. Joaquín Pérez Salas (Sevilla, 23.XII.1886-1939) ingresa en 1905 en la Academia de Artillería, de la que sale en 1910 con el empleo de teniente y el número uno de su promoción. Al estallar la guerra civil (1936-1939) forma par-te del ejército republicano. Como responsable del sector de Córdoba y del despacho de la jefatura del ejército, se distingue en Pozoblanco al mando de las brigadas 16ª y 20ª ante la fuerte ofensiva del bando nacional en marzo de 1937. Su Estado Mayor Cen-tral, al considerar imposible la defensa del mismo, por los escasos recursos disponibles, le autoriza a evacuarlo. Pérez Salas rehúsa a hacerlo, preparando moralmente a sus tropas para llevar a cabo una tenaz resistencia. El pueblo fue defendido y conservado. Inmediatamente, con la ayuda de algunos refuerzos, los republicanos se lanzaron a un impetuoso contraa-taque con el que recuperaron el terreno ganado por las unidades de Queipo de Llano, que retrocedieron más Imagen de Joaquín Pérez Salas allá de la línea de partida. La batalla de Pozoblanco fue la mayor victoria republicana de la guerra. El 5 de abril de 1938 asciende a coronel contra su voluntad, solicitando que fuera anulado su ascenso a cambio de la “Laurea-da de Madrid” para las tropas que con tanto mérito habían participado en las operaciones de Pozoblanco. Pérez Salas fue uno de los jefes más destacados con que contó la república. Consideraba imprescindible que las unidades debían ser mandadas por militares profesionales y de reducir su número para que estuvieran completas sus plantillas. Su excelencia en la técnica artille-ra, le llevó decir al bando nacional, cuando se veía tocado por la artillería republicana, que estaba afectado de “perezsalitis”, debido a la precisión del tiro. Protegió a las familias de militares detenidos o combatientes enemigos y a las monjas de un convento de Pozoblanzo, que sirvieron en su cuartel general. Cuando Madrid estaba ya en manos del bando nacional, facilitó la evacuación de los que deseaban expatriarse. Al proponerle sus subordinados que abandonara España, manifestó que estaba resuelto a quedarse por esti-mar que ese era su deber. El 29 de marzo de 1939 fue detenido en su casa y encarcelado en el cuartel Jaime I de Murcia. Sometido a consejo de guerra, es condenado a muerte por el delito de rebelión militar. Muchas personas del bando nacional, a las que había protegido, le proporcionaron avales, pero Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 359-446. ISSN: 0482-5748


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