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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA mente para evitar que se considerara su artefacto como una nueva campana de buceo y para demostrar la eficacia del aparato de renovación del aire. El inventor llegó a entrevistarse con la reina Isabel II para pedirle su apoyo para el desarrollo del proyecto, pero se le contestó que el Estado, tras los recientes gastos de la Guerra de África (en la que tanto se distinguieron los generales O’Donnell y Prim) no podía correr con los del submarino. sin embargo, nos parece más real la explicación de que los sectores políticos, navales y hasta de la opinión pública, que defendían la revolucionaria arma, entonces aún minoritarios, prefirieron apostar por el proyecto casi paralelo de Monturiol, que tuvo mayores apoyos. cosme García probó suerte en Francia, y consta que patentó allí su submarino el 25 de abril de 1861. sin duda debía de abrigar serias esperanzas de aceptación cuando pagó la alta cuota de unos derechos por 15 años. Incidentalmente diremos que gracias a ello conocemos los planos y descripción de su submarino, pues la patente española, salvo por la documentación administrativa, desapareció en fecha desconocida del archivo de la Oficina de Patentes, perdiéndose datos importantísimos referidos no solo al submarino, sino a los otros inventos patentados en España por cosme García. A parecer, el entonces emperador Napoleón III se interesó vivamente por el invento, e incluso llegó a hacer sustanciosas ofertas, pero el asunto no llegó a nada. Aparte de otras razones, lo cierto es que por entonces la Marina francesa estaba construyendo un prototipo muy ambicioso, el Plongeur, propulsado por aire comprimido y botado en 1863. El submarino francés resultó ser un desastre, pues en unos meses de pruebas se hundió nada menos que cinco veces, debiendo ser rescatada su dotación in extremis. su gran problema era una falta casi total de estabilidad en inmersión, que le hacía hocicar de proa constantemente, con el resultado de emerger a la superficie o, por el contrario, de iniciar una zambullida hasta el fondo, que si no fue trágica se debió a que las pruebas del aparato se hicieron en aguas bastante someras. Al final, el buque, con sus amplios espacios para los tanques de aire comprimido, fue reformado como un simple aljibe. Pero la oportunidad para el inventor español ya había pasado. vuelto a España, cosme García tenía ya diseñado un nuevo submarino, esta vez claramente de guerra, considerando a los anteriores como simples —aunque prometedores— prototipos; pero los elevados gastos, así como la falta de ayuda oficial, le impidieron llevarlo a cabo. Dispuesto a conseguir el éxito, ideó un nuevo fusil de retrocarga, admitido en principio por el Ejército y del que se realizó una serie inicial de 500 armas, algunas de las cuales sobreviven hoy en nuestros museos, por ejemplo en el Naval de Madrid. Los cerrojos eran demasiado complicados para la industria nacional, por lo que fueron encargados a bélgica. El éxito pareció seguro, y no se escatimaron los elogios, llegándose a patentar el arma, una transformación de los fusiles de avancarga, en países como Gran bretaña, suecia, Norue- 2015 217


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