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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA s. M. el Rey don Alfonso XIII en su despacho. Obsérvese que en la pared hay un cuadro con la foto del buque que llevaba su nombre, el acorazado Alfonso XIII. de su firma el 29 de abril autorizaba a que fuese presentado a las cortes como proyecto de ley, que firmaría Miranda poco después, el 7 de mayo y que incluía «la incorporación de 3 sumergibles, que deberán estar terminados a lo largo de 1918, cuyo coste aproximado será de unos 3 millones de pesetas cada uno, por lo que se consignan para su construcción o adquisición, 9 millones de pesetas». A pesar de que todo hacía indicar que la adquisición de submarinos ya era por fin inminente, una vez más quedó en nada, pues si hasta ese momento la culpable había sido la política interna de los distintos gobiernos españoles, esta vez se debía a la política internacional, algo enrarecida dado que se empezaba a mascar la tragedia de lo que habría de ser la Primera Guerra Mundial, que se declararía el 4 de agosto y en la que los submarinos alemanes iban a tener un papel relevante desde los primeros momentos. Así, apenas mes y medio después de iniciada la contienda, concretamente el 21 de septiembre de 1914, uno de los muchos submarinos con los que ya contaba Alemania, el U-9, al mando de un oficial que se haría famoso durante el conflicto por los múltiples hundimientos que protagonizaría a lo largo del 234 Agosto-septiembre


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