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REVISTA GENERAL DE MARINA AGO SEP 2015

CENTENARIO DE LA CREACIóN DEL ARMA SUBMARINA También desde un primer momento don Mateo se percató de que los buzos de la Armada que había en ese momento no tenían un adiestramiento específico ante una hipotética operación de salvamento de la dotación de un submarino accidentado, pues los que estaban habilitados para hacerlo podían bucear solamente hasta 20 metros de profundidad, estimando que deberían disponer de medios y estar adiestrados para operar hasta los sesenta metros llegado el caso. Por ello, propuso al ministro la creación de una Escuela de buzos, recomendando que la misma debería estar —como así resultaría finalmente— anexada a las propias instalaciones de la Escuela de submarinos. A consecuencia de esta nueva propuesta, el titular de la cartera de Marina de entonces, Joaquín Fernández Peida, firmó con fecha 12 de mayo de 1921 un Real Decreto en el que, además de disponer la creación del citado centro docente, reorganizaba el cuerpo de buzos, en cuyo primer capítulo decía: «...la misión principal del cuerpo de buzos será atender al salvamento de los submarinos, sin perjuicio de que sigan prestando en adelante los mismos servicios que en la actualidad.» Este Real Decreto sería refrendado por la Ley de 24 de julio de 1922, llevando la firma del nuevo ministro de Marina, José Rivera. Los primeros dos años después de la creación del Arma van a transcurrir muy rápidos para don Mateo, pues ha de compaginar diversos cursos en el extranjero y la redacción de los textos del Real Decreto y de la Ley con la recopilación de documentación, planos, etc., y el diseño y organización de plantillas y todo lo que será el día a día cuando se incorporen las primeras unidades, mientras inspecciona también las reformas que se están llevando a cabo en el edificio de gálibos, que se está transformando a marchas forzadas —el tiempo apremia— en lo que será la sede de los submarinos, instalaciones que deberán estar operativas en un tiempo récord, al menos los servicios básicos (18), pues han de encontrarse funcionando para la primavera de 1917, fecha prevista de la llegada a cartagena del Isaac Peral americano (19), al que ese mismo año, solamente unos meses después, se le van a incorporar los trillizos italianos (20). (18) carga de baterías, suministro de agua destilada, servicio de compresores para poder proporcionar aire comprimido, tomas de corriente de tierra para evitar que los submarinos tengan que estar encendidos en puerto, talleres de maquinaria para solucionar problemas mecánicos, alojamientos en tierra para las dotaciones, y en general todos los servicios mínimos que van a requerir las unidades. (19) Tras un viaje desde Estados unidos plagado de incidencias, finalmente llegaría a cartagena el 26 de abril de 1917, quedando incorporado desde ese mismo día. (20) Arribarían estos a su base de cartagena el 10 de septiembre. 242 Agosto-septiembre


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