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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 892 JUL_AGO 2015

Geografía e Historia REVISTA EJÉRCITO • N. 892 JULIO/AGOSTO • 2015  95  Los Reyes Católicos eligieron de nuevo a Fernández de Córdoba para detener el avance de los franceses que, al mando del rey francés Carlos VIII, invadieron el reino de Nápoles ansiosos de expandirse con la toma de algunos territorios. Don Gonzalo, utilizando las tácticas, técnicas y procedimientos aprendidos en la Guerra de Granada, limpió Calabria de enemigos, conquistó la provincia de Basilicata y, tras derrotar a los franceses en Atella, entró triunfante en Nápoles en 1496. Fue tras el asalto a esta ciudad cuando se le empezó a conocer con el sobrenombre de «el Gran Capitán». Campaña de Italia. Segunda guerra de Italia. Batalla de Ceriñola (1503) El rey francés Luis XII firmó un tratado con Fernando el Católico para repartirse el reino de Nápoles. Por este acuerdo, los franceses ocupaban la mitad norte y el sur quedaba en poder de España. Sin embargo, las hostilidades comenzaron muy pronto debido a cuestiones fronterizas y se reinició la guerra, después de que los franceses trataran de nuevo de hacerse con todo el reino napolitano. El Gran Capitán no lo dudó y se dispuso a enfrentarse a los franceses en la Batalla de Ceriñola, la cual tuvo lugar en la Apulia (región situada en el tacón de la bota italiana). Antes de iniciarse el enfrentamiento «cuerpo a cuerpo», Fernández de Córdoba planeó realizar un importante plan de obstáculos y, para ello, necesitaba ganar tiempo con el que poder preparar con minuciosidad sus defensas, antes del ataque de los franceses. Con tal propósito, obligó a sus caballeros a hacer algo que antes nunca se había visto y que suponía hasta una ofensa al honor de los pertenecientes al arma de Caballería: les ordenó llevar sobre la grupa de sus monturas a miembros de su infantería en su camino hacia la ciudad de Ceriñola. Una vez allí, y con tiempo suficiente, cavaron fosos, dispusieron estacas y pinchos y se dispuso de una pared de tierra alrededor de la ciudad, antes de la llegada de las tropas galas. Como la caballería pesada y artillería francesa eran muy superior a la española (no en cuanto al número total de efectivos que estaban muy igualados), el Gran Capitán aplicó una estrategia decisiva que le condujo a la victoria: en su despliegue dispuso en primera línea a los arcabuceros y espingarderos (hombres armados con una escopeta de chispa muy larga), detrás a la infantería alemana y española y más retrasada a la caballería. Con el devenir de la contienda las líneas fueron relevadas. La batalla se inició con la caballería francesa cargando contra las tropas españolas, al mando de Luis de Armagnac. Una vez bloqueada en los obstáculos, los arcabuceros españoles hicieron fuego y provocaron cuantiosas bajas en los soldados galos. Al no poder avanzar, los jinetes trataron de encontrar desesperadamente algún hueco en sus defensas pero su intento fue en vano costándole la vida a su comandante. Con la caballería neutralizada, la infantería se dispuso a avanzar, pero también sufrió grandes bajas debido al intenso fuego español. Además, y para evitar que estos infantes alcanzaran la primera línea que ocupaban los arcabuceros españoles y así producir un gran número de bajas entre este grupo de élite de soldados españoles, el Gran Capitán ordenó que se retiraran a retaguardia y así mantenerlos en reserva para futuros acontecimientos. Con las tropas francesas muy diezmadas, los infantes españoles ocuparon el lugar de los arcabuceros logrando la victoria final. Si por algo es importante este enfrentamiento es porque se desarrolló con gran rapidez, pues entre la primera carga francesa y la rendición de dicho bando apenas transcurrió una hora, y en lo que se refiere a bajas para los bandos, se tradujo en 4.000 bajas del Ejército francés frente a solamente 100 en el español. Esta batalla marcó el inicio de la era de la Infantería, al derrotar por primera vez en la historia una unidad de este tipo y armada con arcabuces, a una caballería en campo abierto. REFORMAS MILITARES Las grandes facultades que como militar tuvo el Gran Capitán las reflejó en la más importante reforma militar desde la que se realizó durante la Edad Media. Fernández de Córdoba dedicó mucho tiempo al estudio e investigación de nuevas armas


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