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REVISTA GENERAL DE MARINA NOVIEMBRE 2014

género, que en latín es neutro, mientras que en francés, catalán y valenciano, femenino. Para encontrar su congénere masculino hay que buscarlo en gallego, italiano o portugués. En castellano, el diccionario afirma que es ambiguo, como se aprecia en el Poema del Mío Cid y en otros textos. Pero es justo señalar que abundan más los partidarios del femenino. Casi todas las crónicas y romanceros adoptan este género. En realidad, los marinos damos el femenino cuando la mencionamos en abstracto: salir o hacerse a la mar, alta mar, etcétera. «...tan femenina es el agua que luego nos arrebata el placer de poseerla…» En nuestra «jerga», los marinos siempre que podemos decimos la mar, apoyando este articulo en una «a» grande y grave, como un deseo de llenarse la boca de agua salada. Esta forma de expresarnos se complementa con disponer de un vocabulario que casi podría calificarse —sin encarecer la verdad— de exuberante, pues el marino, dentro del genio y regusto del idioma, tiene esa amplísima facilidad, casi ilimitada, para aumentar su arsenal lingüístico con voces nuevas y contrastadas de otros pueblos marineros. Empecemos por la voz Mar, y la gama enorme de derivados. Definimos la mar como el conjunto de las aguas no continentales de la superficie terrestre. Si la contemplamos en su extensión decimos: mar llana, mar gruesa, mar picada, mar rizada, mar chiquita, etc.; su belleza nos «embelesa» y forma parte de su grandeza. Marejada, oleaje alto producido por los vientos fuertes. Alta mar, parte del mar que no pertenece al mar territorial. Marino, hombre de la mar que se ejercita en la náutica y sirve en la Marina. Marea es la pesca que se captura en una salida a la mar, voz propia de pescadores. Marejada y marejadilla son estados de la mar y magnitudes a escala del oleaje perfectamente delimitadas, como marola, marulla, mareta, etcétera. Marisco, también conocido como «fruto de mar». Mariscar, mariscador, que es el que «marisquea ». Marisquero, «el que vende tan suculento manjar». Marisquería, marisma, marismeño, marismo, etc. Si seguimos profundizando y nos adentramos en la mar, nos encontramos con variedad de palabras y acepciones como: mareaje, «conjunto de pertrechos para poder navegar»: marear, marengo, marina, marinaje, marinante, marinar, marinera (cuya primera acepción es culinaria, «arroz a la marinera»). La evolución del habla marinera, que en sus comienzos careció de perspectiva escrita y vocabulario específico en materias relacionadas con la mar, tuvo determinantes y matices peculiares a comienzos de la Edad Media. Ello dio lugar a dos clases de parlas cuando existían dos marinas distintas e independientes, la marina de remo y la marina de vela, hasta que una de ellas quedó abolida casi a mitad del siglo XVIII. La primera, eminentemente militar y mediterránea, estaba compuesta por la gran familia de las galeras y sus galeazas, galeotas, fustas, saetías, fragatas y bergantines. La segunda, más apropiada a la marchantería, pesca de altura y corso con naves: naos, carabelas, cocas y carracas, aunque no exclusivas del Atlántico, mantenía un trato comercial con los puertos del mar del Norte. Ambas marinas, independientemente del idioma o dialecto vernáculo, tenían su propio y exclusivo vocabulario marinero que se iba enriqueciendo en sus frecuentes y continuos contactos. Además de estos dos grandes grupos lingüísticos, a mediados del siglo XVIII aparecen nuevos núcleos lingüísticos regionales que van a fijar un conjunto de palabras autóctonas de importante significado, como bajura, que es la «pesca que se practica sin perder de vista la costa». Otras palabras poco conocidas hoy en día y usadas en el arte de la pesca, como arráez, acurullador, almocero, mascarana, morraja…, forman un conjunto lingüístico que procede fundamentalmente de nuestras costas y variedades distintas de especies marinas. La unión de las coronas de Castilla y Aragón y la aparición del peligro turco incrementó aún más la actividad de las galeras en el Mediterráneo, mientras que el Descubrimiento de América y las grandes expediciones atlánticas favorecieron el uso casi exclusivo de la marina de vela, la nao y la carabela. Esta integración política que se PAÑOL DEL ESPAÑOL 764 Noviembre


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