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BOLETIN INFANTERIA MARINA 19

HISTORIA APUNTES SOBRE LAS OPERACIONES… francés en campo abierto23 y seguir manteniendo cortada la ruta oriental principal de comunicaciones con Perpiñán –el centro logístico del sur del Ejército francés de operaciones en Cataluña-, pero la idea es abandonada por falta de suficientes efectivos en ese momento y la fortaleza cae a mediados de agosto. En compensación, en dos operaciones anfibias realizadas a finales de agosto y el 12 de octubre24, Royal Marines británicos y, posiblemente, infantes de marina españoles, junto a tropas del Ejército de tierra, toman en un golpe de mano las islas Medas, frente a La Escala y l’Estartit, y las defensas artilleras en tierra firme que cruzaban sus fuegos con los de las islas, cortando la principal línea de abastecimientos costeros con Barcelona: la ruta de cabotaje que la unía con Francia, la de más capacidad de todas, obligando a los franceses a redoblar sus esfuerzos para hacerlo por tierra, en lo que debían emplear numerosas fuerzas -en ocasiones más de una división- para proteger sus convoyes de los relativamente escasos efectivos que tenían en el Principado. O bien hacerlo por mar, alejándose de la costa, y arriesgándose a ser interceptados por los buques aliados o los corsarios españoles sin poder refugiarse a tiempo al amparo de las organizaciones defensivas preparadas en el litoral. Esta acción en las islas ampurdanesas y la distracción de fuerzas que suponía la protección de las comunicaciones por tierra con Barcelona, hace desistir a Macdonald de volver a adentrarse en la Cataluña interior para tomar la Seo de Urgell y otras plazas del prepirineo25. 23 Esto era de un gran voluntarismo por cuanto el mariscal Macdonald era uno de los mejores maniobreros del Ejército francés, y de gran experiencia. 24 Martínez-Valverde, Carlos. La Marina en la guerra de la independencia (1808-1814). 1974. Pg 155 25 Fuente de Pablo, Pablo de la. Les Illes de la Restauració: operacions navals britàniques a la costa baixempordanesa (1810-1811). Sant Feliu de Guíxols, 2010, pp 242-258. 1812. En el Mediterráneo comienza el año con la caída de Valencia y la captura del ejército de Blake, que capitula. Peñíscola, no obstante, resiste apoyada desde la mar hasta que cae. La guerra de Gran Bretaña contra los EEUU, iniciada a mediados de año, reduce la presencia naval inglesa en las costas peninsulares, y con ello su actividad anfibia y logística, debiendo dedicar la Royal Navy importantes esfuerzos y más de un centenar de buques, sobre todo ligeros, al bloqueo de la costa este de EEUU, y algunos más a patrullar por el Mediterráneo y las aguas portuguesas, donde corsarios norteamericanos habían hecho algunas presas. Las comunicaciones de Lisboa con Inglaterra dejan de ser completamente seguras y ello tiene repercusiones desde el punto de vista logístico e incluso operativo. En la costa cantábrica, opera la escuadra británica del comodoro Popham, fuerte de varios navíos, fragatas y transportes de tropas con elementos de desembarco británicos y españoles. En coordinación con esta fuerza anfibia, unidades españolas operan por tierra (general Renovales con unos 2.800 hombres de infantería y caballería). Se captura Castro Urdiales con un doble ataque por mar y tierra bien coordinado; lo mismo pasa con Lequeitio, atacada por tierra por las guerrillas de Jáuregui y por mar por Popham y sus marines e infantes de marina y marineros. Tienen éxito otros asaltos anfibios aliados en Plencia y Bermeo, pero fracasan en Portugalete, Bilbao y Guetaria por haber sido reforzadas a tiempo sus guarniciones, que, próximas a su principal ruta de comunicaciones, disponen de reservas suficientes y bien posicionadas. En cualquier caso se mantiene a la costa en continua alarma, inmovilizando a muchas tropas enemigas. Toda esta constante acción fijante aliada sobre la costa cantábrica tiene gran influencia en el resultado de la batalla de los Arapiles pues el general Cafarelli, comandante francés del norte, retiene los refuerzos que se le habían ordenado enviar al mariscal Marmont al ser inminente la batalla. A principios de agosto el general Porlier entra en Santander por tierra, coordinando su acción con las de las fuerzas navales que la atacan por mar. Los franceses vuelven a evacuar la costa, a excepción de Santoña. Wellington sopesa la conveniencia de utilizar Santander como base de operaciones, pero al final declina la idea siguiendo con Lisboa hasta que su ejército pueda establecerse firmemente en la línea del Ebro, pensando en La Coruña como base eventual si fueran cortadas sus comunicaciones con el gran puerto portugués. Poco después el inglés se lanza a la ofensiva, ocupando Ciudad Rodrigo, derrotando a los franceses en Los Arapiles, avanzando hacia Valladolid y Burgos y ocupando Madrid, pero el rey José I reacciona abandonando la capital y Andalucía, acortando y asegurando sus comunicaciones y, buscando el amparo de Suchet, concentra sus tropas en las proximidades de Almansa. Desde ahí –cruzando La Mancha- lanza una veloz contraofensiva sobre la retaguardia de Wellington que obliga al británico a dejar todo lo conquistado y retirarse a toda prisa hacia Lisboa; pero, presionado también por el ejército imperial del norte, los tres ejércitos franceses convergen con rapidez y consiguen atraparlo en Los Arapiles. Sin embargo, los comandantes de cada ejército, sin un mando único claro, pierden unas horas preciosas discutiendo el plan de ataque, tiempo que Wellington, excelente táctico, aprovecha para retirarse con ayuda de la noche y la niebla matutina, consiguiendo escurrírseles de entre las manos. Marcha hacia Ciudad Rodrigo y su santuario portugués, protegido por una potente retaguardia, pero perseguido de cerca por Soult que, al final, asume el mando de conjunto y actúa enérgicamente. Los aliados sufren fuertes bajas –sobre todo en los destacamentos de retaguardia- y la pérdida del material pesado, pero salvan al grueso. 67 BOLETÍN DE INFANTERÍA DE MARINA


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