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MEMORIAL CABALLERIA 72

92 HISTORIA bandada, dejando abandonados sobre el campo cadáveres y heridos. Uno de los soldados de las Fuerzas Indígenas, al acercarse para recoger los cadáveres, creyó reconocer en el moro que primeramente fue muerto por el cabo al célebre E. Mizzian. A sus gritos acudieron otros soldados y le reconocieron asimismo. El cadáver estaba de tendido en cúbito supino. Vestía albornoz azul con chilaba parda y dos camisas de seda. Colgado del cuello llevaba un sello con su nombre y un rosario. También se le encontró un pequeño ejemplar del Koran y un pañuelo. Como armamento llevaba una tercerola Máuser y una pistola Browning, con la cartuchera llena de proyectiles, para una y otra. El coronel Berenguer dispuso que el cadáver fuese inmediatamente conducido al poblado de Ulad Ganen para que lo vieran los generales Aldave y Jordana. El intérprete Sr. Martín, un pariente del Mizzian, que milita en las filas españolas, y que es uno de los más leales amigos de España, y algunos moros de los poblados próximos y de la Policía indígena, que le conocieron mucho en vida, examinaron el cadáver y afirmaron sin vacilar que, en efecto, se trataba del famoso moro. Para mayor seguridad se le despojó de las ropas que llevaba y se examinaron detenidamente las manchas características que tenía en el hombro y en el brazo izquierdo. Al llegar el general Aldave al Avanzamiento, los soldados y gran número de paisanos que tenían ya conocimiento de lo ocurrido salieron al encuentro de las fuerzas para contemplar el cadáver. La impresión ha sido enorme en todo el campo. Los moros amigos se encuentran satisfechos, estimando unánimemente que la muerte del famoso agitador influirá grandemente en la terminación de la guerra, ya que era el único aliento de ella. Ahora queda como jefe de la harca el caid Amar de Metalza. Este no tomó parte en el combate. Las Fuerzas Regulares Indígenas del coronel Berenguer recogieron 27 cadáveres enemigos en el sitio donde El Mizzian halló la muerte.» El Periódico «El Globo» en su edición del día 17, informa que el día 16 y en un tren especial del ferrocarril minero habían sido trasladados a Melilla los cadáveres de los Tenientes Samaniego y Morales. El día 17, a las once y media, tuvo lugar su entierro que fue presidido por el General de Caballería Núñez de Prado. El día 18 y en la parroquia de San Miguel de Valladolid, se celebró un funeral por su eterno descanso. Asistieron su madre y su hermano, así como el Capitán General, los Generales, Jefes y Oficiales de la guarnición, una representación del Ayuntamiento y numeroso público. El Periódico El Heraldo de Madrid, en su edición del día 31 de mayo publica la siguiente nota en relación con la muerte del teniente Samaniego: «JAIME SAMANIEGO. La muerte de este heroico teniente de caballería, en el combate del 15 de los corrientes en Melilla, que costó la vida a El Mizzian, constituye una de las páginas más hermosas de la actual campaña. Cartas que acabamos de leer y testimonios de testigos presenciales del hecho de armas que llenó de gloria al heroico teniente Samaniego nos mueven a dedicar este recuerdo a su memoria, que merece ser honrada por cuantos hacen culto del amor a la patria». Estando ya en Melilla sirviendo en el Regimiento Alcántara, escribió a su madre una carta en la que entre otras cosas le decía: «…Hoy hice el primer servicio escoltando un convoy al Zoco. José León ha estado aquí, pero no nos hemos visto porque estaba fuera con otro servicio. Se trabaja, como comprenderás infinitamente más que en guarnición y la vida es completamente distinta y muy movida, de lo cual estoy muy contento … todos los días rezo el rosario y procuro estar bien con Dios. Así es que a todas parte voy muy tranquilo.» De él hablaron todos los testigos presenciales. Ni un solo momento se puso en duda su extraordinario valor ni la admiración que le tenían los suyos y la trascendencia moral de su heroicidad. - «Era demasiado valiente; imposible haber hombre más valiente»- Afirmaba el Sargento Hossain Susi. Los Cabos Gonzalo Sauca y Manuel Cruz, dos españoles de su Sección explicaron: «Nosotros íbamos casi a su lado cuando cargamos por segunda vez. Los vómitos de sangre producidos por la primera herida apenas le dejaban hablar, pero a pesar de todo, daba órdenes animando a seguir adelante». Los Soldados de su Sección Salen Ben Mohamed Layani y Abdelah Ben Mohamed Lagueri lo testimoniaron así: «Estando herido ya, galopaba más que ninguno de nosotros. Al ser herido de nuevo, cayó a tierra y a su lado también el caballo que montaba. Los dos saltamos inmediatamente de


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