Las transformaciones nacionales y continentales que suponen un nuevo equilibrio político e ideológico regional exigen una nueva agenda de seguridad en América Latina en donde las fuerzas armadas en un proceso progresivo de internacionalización deberán ocupar un lugar destacado. Por otro lado, los cambios introducidos por los Estados Unidos con Cuba y con el conjunto de la región, -a la espera de los resultados de las elecciones en noviembre-, el auge de China y el peso progresivo que tendrán otros actores y dinámicas del regionalismo imperante exigirán un esfuerzo colectivo para avanzar hacia una política común de seguridad y defensa.
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