Hace tan solo unas décadas, que en una batalla, en un enfrentamiento, se conocía perfectamente al enemigo, así como su procedencia y potencial. Más recientemente con la proliferación de los actos terroristas, raramente se conoce la identidad de los individuos que perpetran los atentados, pero si se sabe quiénes son los grupos terroristas de los que forman parte, pues ellos mismos lo manifiestan públicamente.
Pero si miramos al presente y al futuro próximo, podemos observar una hipótesis mucho más peligrosa, la de no saber quién es el enemigo, dónde se encuentra, de donde procede la amenaza.
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