Los recientes acontecimientos desestabilizadores que han afectado a varias naciones participantes en la política europea de vecindad, como los acaecidos en Ucrania, prácticamente todo el norte de África y hace algún tiempo Georgia, han demostrado la necesidad de una política más eficiente y sobre todo más creíble, relacionada con la seguridad y defensa. La UE tiene una economía que, pese a la crisis sufrida, sigue siendo la primera del mundo, pero está obviando la urgencia y necesidad de complementar ese poderío económico y posición geopolítica, con una defensa que sea capaz de enviar un mensaje disuasorio en caso de crisis, así como que le permita hablar con voz fuerte y clara en los foros internacionales cuando se hable de amenazas a la seguridad de su entorno y que pueda afectar a alguno de los veintiocho estados miembros.
José María Treviño Ruiz
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