La amenaza en nuestro entorno (entendida en un sentido genérico como riesgo/s, peligro/s o amenaza/s propiamente dicha/s) sigue siendo la originada tras el fin de la guerra fría, cuyas consecuencias más destacadas son la proliferación del terrorismo y el incremento de países con gran inestabilidad política, económica y social que han dado lugar a frecuentes conflictos y guerras. Todos los países afectados por este dinámico escenario han ido adaptándose progresivamente al mismo, añadiéndose al mismo la evolución de la situación económica desde 2008 que ha originado en las Fuerzas Armadas (FAS) un profundo replanteamiento de sus estructuras y capacidades, habida cuenta del rápido y continuo descenso de los presupuestos de Defensa, así como de la incertidumbre de su previsión.
Todo lo anterior ha traído consigo un planeamiento a corto y medio plazo volátil que necesita un ritmo de actualización inusitado y atípico del propio concepto de planeamiento. A largo plazo, su credibilidad es muy baja, pues, si de por sí es difícil que se realicen sus predicciones como se planean inicialmente, hacerlo desde lo más profundo de una situación de crisis económica y con un grado tan elevado de incertidumbre en la evolución económica y geopolítica, lo convierten en un ejercicio casi imposible.
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