El origen de los ingenieros en los ejércitos es bastante antiguo, ya que la necesidad de arreglar los caminos, colocar puentes y ejecutar los trabajos necesarios para que las tropas pudiesen desplazarse con facilidad, o bien la colocación de minas, o la construcción e instalación de máquinas de asedio de una plaza, obligaba a los generales a llevar en sus filas hombres más o menos expertos en estos menesteres. En España existieron desde la Época de los cartagineses, durante los sitios de Sagunto y Numancia; es famoso el puente de barcas de mimbre que construyeron los romanos para cruzar el Segre; en el siglo XI ya se conocía un Maestro de las Bastidas, que era el encargado de las tareas de fortificación y asedio. Pero fue durante el reinado de los Reyes Católicos cuando los ingenieros militares tuvieron una mayor preponderancia, muy específicamente en tiempos del Gran Capitán, el cual, es sabido, seleccionaba siempre un grupo de hombres que, aunque expertos en el manejo de la espada y la pica, lo fuesen también en el manejo de la azada, los cuales, en las marchas “gastaban” el terreno para allanarlo y así facilitar el paso de sus compañeros, pero en el momento de la batalla luchaban a su lado.
Agotado