Nos encontramos en una nueva “modernidad liquida”, una figura que trata de recoger este estado de cambio y transitoriedad permanente. Los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran. Mientras que los líquidos son informes, adaptables, se transforman constantemente: fluyen y se adaptan. Una metáfora que parece apropiada para identificar un concepto de geopolítica que traslada su particular topografía a la geografía inconmensurable de los océanos, el espacio, el aire y el agua (éstos como símbolos de los recursos naturales esenciales para la vida), las redes o los cambios que provoca el calentamiento global.
Agotado