Durante el periodo al que se refiere este informe, la industria de defensa, como muchos otros sectores de la economía productiva, sufrió las consecuencias de la pandemia y crisis económica derivada por el COVID-19. Las empresas del sector supieron adaptarse a esta nueva situación y la nueva normalidad que sobrevino. No obstante, los efectos de la crisis son variables en función del subsector, el tamaño de las empresas, las líneas de actividad o producto, las dependencias de sus cadenas de suministro o la nacionalidad de la cartera de clientes, entre otros muchos factores. Así, finalmente, la facturación ascendió a 6.582 millones de euros, de los cuales un 82 % son exportaciones, y generaron cerca de 27.000 empleos directos en actividades exclusivas de defensa.
La industria de defensa es un activo estratégico dentro de la visión industrial del MINISDEF y ejerce como herramienta para cumplir la directriz indicada en la Directiva de Defensa Nacional de 2020, donde se prioriza el «fortalecimiento de la industria de defensa nacional y el desarrollo de una Base Industrial y Tecnológica Europea», así como la Estrategia de Seguridad Nacional de 2021, en lo referente a la consecución de la autonomía estratégica europea y la protección de sectores y capacidades estratégicas a nivel nacional suficientes para proporcionar una disuasión creíble y una respuesta eficaz a los conflictos y amenazas a los que nos enfrentamos.