Page 11

AEROPLANO 32

varias razones, principalmente, de capacidad cúbica del globo, que lo hará más o menos resistente. La que se emplea más a menudo es la tela de algodón, en trama o en cadena. También se construyen globos en seda tejida, en seda de Japón o China. ¿Cómo se reconoce la calidad de la tela? Con la ayuda de un dinamómetro especial. Se prueba, con la ayuda de este aparato, la fuerza del tisú. Para el Centauro (1500 m3) la aguja del dinamómetro marca en la ruptura 1.050 kilogramos. La cifra parece suficiente. Todo va bien. Esta tela puede servir. ¿Qué cantidad será necesaria? Diez piezas de 85 metros de largo por 90 centímetros de ancho, es decir, una superficie de 765 m2. Ahora se encuentra en posesión de 7 áreas y 65 centiáreas –si puedo expresarme así– en una envoltura de calidad. No me preguntéis, contemplando tristemente este enorme bulto, cómo vais a convertirlo en una bella esfera gloriosa, intrépida, impaciente por partir, por alcanzar el cielo. Poneos enseguida a empezar vuestros diseños y a cortar vuestro “patrones” como lo hacen una costurera o un sastre, habrá que proceder al cortado. Para eso, se fija la tela sobre una mesa larga, se extiende perfectamente y se cortan cuarenta grosores a la vez. Cuarenta grosores forman numeroso centímetros de alto. Para cortarlos se recurre a un útil especialmente afilado que parece un gran raspador. Habiendo cortado cuarenta grosores, tenemos cuarenta bandas idénticas, cuarenta “paneles”. Entonces las mujeres entran en escena. Las hilvanadoras realizan de forma basta la unión de las piezas: hilvanan, es decir con puntadas grandes y sueltas, poco fuertes pero no obstante útiles para las obreras que van a intervenir, las que cosen a máquina. Estas trabajan en la máquina de coser y su trabajo es tan perfecto como basto el de sus predecesoras. Entre dos puntadas de las hilvanadoras hay unos cientos de puntadas de las que cosen a máquina. El hilo que sirve para este uso también es probado en un dinamómetro, como lo ha sido la tela y, en la unión entre las piezas, en lugar de poner simplemente los bordes uno sobre el otro, se doblan y se intercalan en “uñas” o “corchetes”, para aumentar la solidez de la costura. Se reúnen las piezas en zonas –hay cincuenta y cuatro zonas en el globo del que estamos hablando– y, para terminar la operación de la costura, se hacen las bridas de la válvula y del apéndice. Los rebordes, no hace falta explicar qué son: la palabra es bastante explícita en sí misma y será suficiente, al mirar un globo aerostático, con examinar atentamente los detalles de los polos para percibir los rebordes, la parte más sólida del globo: se cosen tres capas y se unen sólidamente. Y he aquí la costura terminada. Habrá durado alrededor de doce días, contando con que cuatro hilvanadoras y dos mecánicos hayan estado trabajando. Durante este tiempo, un modeladormecánico fabrica en madera de nogal barnizada a muñequilla, la válvula. La válvula es una especie de disco dividido por su diámetro en dos partes a bisagra; los orificios son sostenidos por resortes –muelles– que no ceden más que a la presión. El mismo obrero trabaja a continuación en el fleje del apéndice, simple aro de madera provisto de pernos para recibir las cuerdas y ceñir la tela. Hace, por fin, el fleje de suspensión que va debajo de la barquilla y recibe también las cuerdas. Abordemos ahora el tema de las cuerdas, menos secundario de lo que se pueda creer. Hace falta, para las cuerdas, encontrar el punto medio, la resistencia ideal, la necesaria, ni más ni menos. Los cálculos, además, están hechos y establecidos. Se conoce, en proporción a la capacidad cúbica del globo, la resistencia necesaria y suficiente –según fórmula matemática– de las cuerdas que deben utilizarse. En todo caso, es cáñamo de primera calidad, el que se utiliza. Hacen falta varios kilómetros. Es necesario encontrar la medida justa para las cuerdas. La resistencia ideal. Solo en la malla y las cuerdas de suspensión del Centauro, hay alrededor de 6.400 metros, contando las cuerdas de los accesorios, llegan a siete kilómetros. ¿Y la barquilla? ¡Ah! La barquilla, he aquí el terror de las buenas gentes que exclaman horrorizadas que “bien podría desfondarse”. Error de su imaginación inquieta. Las cuerdas que mantienen la barquilla están trenzadas con mimbre y atraviesan su fondo anudándose fuertemente a las resistentes vigas que sujetan dicho fondo. La barquilla está provista de asientos y de pañoles donde se colocarán las provisiones en el momento de la partida. La gran barquilla suspendida que transportará personas, juega el mismo papel que la carrocería del coche. Las ideas del constructor tienen campo libre, y se ven en ocasiones originalidades, como la del globo de Meudon (establecimiento militar) que es remarcable. En cuanto al punto de vista técnico y de utilidad, los aerostáticos que salen de este parque están muy cuidados. Para los globos en seda tejida, en seda de Japón o en cualquier otra tela de cierta elasticidad, se tiene la costumbre, para evitar la deformación durante todas estas operaciones de recubrir la tela con una capa preparatoria de barniz, que le da “cuerpo”, rigidez. Esta precaución no es necesaria con el algodón que ya tiene un apresto. El globo está ya terminado. Falta barnizarlo, lo cual no es fácil. Las mujeres se ponen en línea, cogen juntas el globo, lo depositan en el suelo, lo colocan, lo extienden sobre el suelo, la válvula en un extremo y el polo inferior en el otro, naturalmente. Repliegan el aeróstato de manera que forme un gran huso, después lo levantan, lo extienden sobre una mesa larga y lo barnizan. El barniz no es otro que aceite de lino secante. Se extiende a muñequilla sobre la tela, que se recoge a medida que se le va aplicando de la mesa y se coloca sobre unas perchas. Así, para evitar la fermentación del barniz, sin contacto entre el suelo y 9 Jesús Fernández Duro. Pedro Vives Vich.


AEROPLANO 32
To see the actual publication please follow the link above