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en cuestión de semanas, la entrega de los camiones del nuevo modelo 40/50 de 4.000 kg de carga para los Ministerios de Guerra y Marina, cuyos pedidos, se acumularon a partir de septiembre de 1914. Con la excepción de la Fábrica Nacional de Trubia, dedicada a la artillería, y que, en principio, quedaba al margen del sector privado, en España no se producía una materia prima tan fundamental para los motores como los aceros especiales que, en distintas proporciones de níquel, cromo y otros metales, se utilizan en las diferentes partes del motor14. Estos aceros ya se usaban, en tubo, antes de la guerra como elemento estructural de algunos aeroplanos. Tampoco rodamientos, bujías y componentes eléctricos; entre ellos uno fundamental para los motores como eran las magnetos. Todo era necesario para las industrias mecánicas y de ello se vieron privadas las instituciones y las empresas al comienzo de las hostilidades. En septiembre de 1914, la batalla del Marne paralizó el avance alemán hacia Paris y, a finales del año, los frentes se estabilizaron; siendo fundamental para los contendientes el aumento de la cantidad y calidad del armamento empleado, para intentar romper el equilibrio existente en lo que se dio en llamar guerra de desgaste. Los gobiernos de uno y otro bando exigieron a todas las fábricas dedicar sus producciones al esfuerzo de guerra. La errónea y generalizada convicción de que la guerra duraría pocos meses, mantuvo a la H.S. en la línea de solicitar maquinaria a sus proveedores ingleses habituales, insistiendo para que atendiesen sus pedidos15 en vez de buscarlos inmediatamente fuera de Europa y siguió esperando a que le llegaran pedidos de piezas y componentes. La realidad era que la invasión alemana de Bélgica y el norte de Francia había dejado a esta sin el 80 % del acero que producía16, quedando Gran Bretaña casi como único proveedor de tan vital materia prima. La H.S. solicitó el suministro de aceros especiales a la Fábrica Trubia, de la que obtendrían, durante la guerra, no sólo lingotes de acero al cromo níquel, sino también piezas de acero estampado de la fábrica de armas de Oviedo17. La búsqueda de proveedores en el interior del país se hizo muy difícil por verse los fabricantes desbordados de pedidos a causa de la guerra y por la insuficiente calidad, en muchos casos, de los materiales. La escasez de personal cualificado, era otra de las dificultades, recurriéndose incluso a la búsqueda de exiliados extranjeros llegados a España. En fin, no solo aumentar la producción conllevaba vencer grandes dificultades; simplemente atender los pedidos pendientes de entrega, cuando comenzó la guerra, se convirtió en una carrera de obstáculos. EL REY ALFONSO XIII Y EL GOBIERNO La acumulación de pedidos estatales españoles en septiembre de 1914 y el retraso en cumplimentarlos por las circunstancias bélicas, iba parejo con la presión que periódicamente ejercían el Rey Alfonso XIII y el gobierno, para que atendiesen a los pedidos pendientes de entrega, y aumentase la capacidad de producción e, incluso, que orientasen la fabricación hacia el armamento ligero y pesado18. La actitud de la H.S. era la de ganar tiempo con sus clientes mientras esperaba que la guerra terminase pronto o que, al menos, sus proveedores habituales pudiesen satisfacer sus necesidades pero lo cierto es que la escasez de 58 Motor T-31 con nº de serie 3745, con el que se realizaron las pruebas de resistencia en Francia. Se conserva en el M.A.E. de Le Bourget.


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