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29 Carlos Setas Las relaciones entre Afganistán y Paquistán y las negociaciones de paz con los talibanes afganos. 6. Conclusiones. A la vista de las relaciones mantenidas entre Afganistán y Pakistán, desde 1947, es evidente que estas no han sido precisamente de buena vecindad, con Pakistán teniendo motivos de preocupación desde sus comienzos como Estado independiente. Unido este hecho a la rivalidad, y a lo que se podría calificar de obsesión de Pakistán con su gigantesco vecino indio, son comprensibles las aspiraciones pakistaníes de contar con un vecino amistoso en su frontera occidental. Es innegable el derecho de Pakistán a perseguir sus objetivos en materia de seguridad nacional a nivel regional. En cuanto a la forma en que trata de hacerlo, sus actividades han sido mucho más cuestionables. Pakistán vive en un vecindario peligroso, si bien se podría afirmar que el vecino más problemático es el propio Pakistán. La estabilidad que pueda alcanzar Afganistán tras 2014 depende de la mayor o menor capacidad de los talibanes de continuar la lucha contra el Gobierno de Kabul. Esta, a su vez, dependerá del mantenimiento de sus bases de retaguardia en Pakistán en un primer momento, y del apoyo del ISI y el Ejército pakistaní posteriormente. Este apoyo, al igual que en los años noventa, no requeriría de una intervención directa de fuerzas pakistaníes, sino de un continuo suministro de pertrechos, asesoramiento por parte del Ejército y permitir que el flujo de combatientes procedentes de las zonas fronterizas pakistaníes continúe reforzando las filas de los talibanes. Esta es una de las opciones con las que cuenta Pakistán para promover sus intereses en el vecino Afganistán. Otra, quizá más obvia, incluiría el establecimiento de relaciones diplomáticas honestas, que refuercen la confianza mutua con el Gobierno de Kabul. Esto, sin embargo, excluiría el control que las autoridades pakistaníes parecen perseguir en sus relaciones con Afganistán. Por otra parte, se han planteado serias dudas desde instancias pakistaníes sobre la legitimidad y la posibilidad de supervivencia del Gobierno afgano. Una opción intermedia incluiría la participación de los talibanes en cualquier Gobierno, más allá del año 2014. Esto, supuestamente, permitiría a Pakistán un grado de influencia en los asuntos afganos que pudiera ser considerado satisfactorio. No hay que perder de vista el conflicto interno que sufre Pakistán con su propio movimiento talibán local. Se podría dar el caso de que un Afganistán controlado nuevamente por los talibanes se convirtiera esta vez en refugio para sus correligionarios pakistaníes. Evidentemente, esta no es una opción agradable para las autoridades de Pakistán, que podrían apostar por una reconciliación con el Gobierno de Kabul, presionando a su vez para lograr la inclusión de los talibanes en el mismo. Hasta el momento, Pakistán ha demostrado su intención de que cualquier intento de negociación pase por sus manos y por tener los medios para, cuando menos, complicar mucho las negociaciones. Sin embargo, esta opción asume una ascendencia y


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